WILL SAÉZ: Álex de la Iglesia siempre ha sido un director irregular; pero, a la vez, nunca hemos tenido duda de sus muchas habilidades para brindarnos un tipo de cine diferente. Y, desde luego, había esperanzas puestas en su particular visión sobre el slasher. Aunque, por desgracia, Veneciafrenia ha acabado siendo una de las peores películas de su filmografía reciente.
La cinta, sigue las aventuras de un grupo de jóvenes españoles que organiza una corta escapada a Venecia. Allí, entregados al espíritu de fiesta, terminan por perder a uno de sus amigos durante la noche. Sin embargo, su búsqueda les traerá más de un dolor de cabeza.
Lo que empieza como un desenfadado filme que no pretende tomarse demasiado en serio a sí mismo, acaba tornándose en un festival de reivindicaciones absurdas que poco casan con el espíritu festivo y sangriento del que pretendía hacer gala de la Iglesia. Se queda con lo malo del slasher (subtramas ridículas que hacen aguas, personajes de cartón piedra que no actúan como personas racionales…) y desecha todo lo positivo que podría haber aportado el realizador al género en pro de un producto de serie B que cuesta creer que se haya producido en el siglo XXI. Las escenas de acción están torpemente coreografiadas e interpretadas, y la dirección de arte hace gala de una pereza por encima de sus posibilidades. Es como si todos los departamentos más importantes en una película de semejantes características hubiesen puesto el piloto automático y rezado a un inexistente Dios para que, en su ausencia, el proyecto saliera hacia delante. Todo un milagro que Veneciafrenia, tal y como nos ha sido presentada, haya superado la sala de montaje. Ver para creer.