JAVIER BERGANZA: Paula Ortiz es una de esas directoras que, por desgracia, suele estar olvidada en las quinielas imaginarias dónde decidimos quién es el/la mejor director/a de cine de España. Todo el mundo habla de grandes nombres (merecidos todos ellos) y parece que Paula tenga que hacer el esfuerzo de recordarnos su talento y su energía con cada película que estrena. Es verdad que su filmografía no es muy extensa (su edad tampoco) y por ahora solo hemos podido disfrutar de cuatro largometrajes, dos de ellos (Al otro lado del río y entre los árboles; Teresa) estrenados este 2023. Pero es que el talento y la fuerza de esta directora maña nos recuerda que está a la altura de cualquiera de los grandes nombres que puedan venir a nuestra cabeza. Ya lo demostró en La novia, adaptando Bodas de sangre, de Federico García Lorca, con un estilo casi inimitable. Y ahora, en Teresa, vuelve a hacerlo. Teresa es, por el momento, la película española mejor dirigida del año. Con una fuerza arrolladora, con una belleza que se queda grabada en la retina. Con un conocimiento del montaje y de la puesta en escena que es casi inigualable.

Blanca Portillo (junto a Greta Fernández) dan vida a Santa Teresa de Jesús. Una monja que reformó la orden y fundó los Carmelitas Descalzos, además de ser una figura cumbre de la escritura religiosa femenina en España. Paula Ortiz parece apoyarse en el cuadro de Francisco Rizi, pintor barroco que inmortalizó a Teresa mientras cocinaba. Aquí arranca todo, en una conversación cerca de los fuegos entre la monja y un juez inquisidor (Asier Etxeandia) que viene a descubrir si todo ese misticismo es cierto u obra del diablo.

La narrativa cae en el propio misticismo de Santa Teresa. El guion camina sin un rumbo fijo y atado a una desestructuración que puede hacer que el espectador se pierda. Pero la obra de Paula Ortiz no busca convencer a nadie por “el qué”, si no por “el cómo”. La puesta en escena y el montaje son dignos de poner en escuelas de cine. Paula tiene toda la película en la cabeza desde el primer momento. El baile de la cámara, al compás de unas interpretaciones dignas de premio Goya, con una Blanca Portillo que se come la pantalla, que te deja sin respiración y que te acoge en unos ojos impregnados de lágrimas y de verdad, es majestuoso. Paula juega a la comba con el eje, cambia la fuerza de la luz y la mueve para darle el poder a cada personaje en cada momento. Todo mientras Blanca Portillo y Asier Etxeandia tienen un duelo espectacular recorriendo los muros de un convento.

La fotografía, a manos de Rafa García, es majestuosa. Es una absoluta genialidad, que se apoya en la luz natural y en el fuego. Es una fotografía barroca y mediterránea. Profunda y espesa. Es una obra que, parecida a la estatua de Bernini, te lleva al éxtasis.

Una de las mejores películas del año. Le interese o no la historia de Santa Teresa de Jesús, le interese o no el cine más alejado de lo comercial y de lo normativamente estructural, acérquese a las salas y vea Teresa. Déjese llevar por las sensaciones, por el sonido, por la luz. Abra los ojos y crea.