Cartelera Turia

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ANTES DEL AMANECER: MANTEQUILLA RANCIA I

DOLORS LÓPEZ: “El tercer muerto español por el virus del Ébola, es un hombre del que se desconocen más datos..…” Los informativos volvían a abrir la edición con noticias sobre la inquietante epidemia, pero esta vez hablaban de personas próximas a nosotros.

Su atención se posó ahora en la mantequilla blanda que rebosaba la tostada.

-Daría algo por no ir a trabajar. Hoy se me atragantan los niños y la tostada.

La mantequilla tenía ya un gusto rancio. ¿Cuándo era la última vez que la había probado? Hace unas semanas. Un mes más o menos. Aquel día que se quedó a dormir Rafa.

-¿Tanto tiempo hace? Terminó de maquillarse.

Aquel fue un día extraño. Un día de calma tensa. Un día presagio.

Le costó sobreponerse a una extraña sensación de golpe en el estómago. Su amiga Begoña decía siempre que había que hacer caso al cuerpo cuando habla tan claro.

La noche trajo certezas, y con ellas, un telón pesado sobre su cabeza.

Los informativos repetían demoníacamente su nombre, como una sentencia irrevocable.

-¡No puede ser! ¿Qué dicen? ¿Qué relación tiene él con el virus, ni con África, ni con el periodista, ni con esa doctora?

-Me voy a volver loca…esto no tiene sentido ¿A quién llamar? No puedo decir a nadie que Rafael es Rafa, mi Rafa. Pero lo es de alguien más. Yo no pregunto. Yo no existo.

La desesperación la invadió. No podía compartir su pena. No podía preguntar a nadie nada.

Nada. Sólo podía esperar.

¿Esperar qué?

En el centro de la ciudad, un comisario, con paciencia y una prudencia exquisita, preguntaba ya a Encarna por la relación entre su marido y la doctora. El estupor de la mujer hacía más tensa la trágica escena. La investigación del contagio de Rafael  conducía inevitablemente hacia la doctora. Ésta,  había contraído la enfermedad mientras cuidaba del periodista  repatriado. En la comisaría rastraron todos los cabos antes de destapar la caja de truenos.

-Tengo dos chicos aún pequeños ¿cómo voy a decirles que se han quedado sin padre antes de que muriera? ¿Cómo voy a explicarles esta noche que su padre ha muerto dejando  familia y una amante?

El policía, en silencio, sostenía la angustia en la mirada de Encarna. El dolor, el despecho y la rabia se fundían en los dedos que la mujer retorcía en un inmenso esfuerzo por controlarse.

De vuelta a casa, desgarrada por la lava del volcán que había estallado en su vida, fue incapaz de enfrentarse a sus hijos ni a su verdad. Despidió a su madre para no repetir las palabras que la habían roto en mil cristales. Las pastillas podrían darle una tregua hasta que saliese el sol y todo volviera a ser cierto.

El sol, despiadado y sádico, cayó sobre las ojeras de dos  desconocidas.

Sólo una de ellas no tuvo derecho a llorar.

ANTES DEL AMANECER: MANTEQUILLA RANCIA I

UN PLAN DE CHOQUE PARA LA CULTURA

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