Cartelera Turia

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BITÁCORA DE VIAJE:EN EL DESIERTO

DOLORS LÓPEZ: Justo antes del anochecer, el Urulu se vuelve rojo. El instante nos convierte en estatuas de sal, mudas y quietas ante el espectáculo. El monte se enciende en medio de un desierto de arenas rojizas estremecido, que lanza quejidos con el suave viento que se levanta. Los animales también quedan paralizados mientras se oficia el milagro diario. Las tribus primeras consideraban esta montaña como el ombligo del mundo. Esta tarde yo también lo creo.

La vida en todas sus manifestaciones habita en este lugar árido y seco que los aborígenes australianos veneran. Cada especie tiene su plan y sus leyes, desde la agricultura de la quema hasta la forma en que crean sus cadenas tróficas en cada ecosistema. La especie humana, además, crea su cultura que se transforma lentamente.

Los anangu, un pueblo recolector, cuentan cómo se formó el mundo que conocemos. Al tiempo de la creación ellos le dieron el nombre de tiempo de la ensoñación. Los continentes se conformaron y las especies se diferenciaron en ese periodo de duración indeterminada, pero seguramente grande, como todo en esta descomunal isla que ahora llamamos Australia.

Las escrituras de la Biblia en su libro del Génesis explican como una secuencia la construcción del mundo en siete días.

El Popol Vuh de los mayas, así mismo, nos relata su propia visión de la formación del planeta.

Decía yo, en el artículo de Las Vísperas, que ese espacio temporal que precede al momento en que se inicia un viaje era una especie de ensoñación. Todo está por comenzar pero todavía no es. Me he dado cuenta de la coincidencia del concepto cuando me he interesado por los primeros pobladores que siguen trasmitiendo sus mitos y tradiciones a las generaciones descendientes.

La narración que construimos, que necesitamos construir para explicarnos algo, es un relato que nos ayuda a saltar de la oscuridad a la vida consciente. A la elaboración de lo desconocido y temido.

Ocurre también con las guerras y los traumas colectivos. Me pregunto cómo podremos contarnos a nosotros mismos lo que está ocurriendo en Gaza. O en Afganistán. O en Ucrania.

La crónica que tendremos que elaborar no es la suma de las noticias verídicas y la resta de las falsas. Es algo más, es la historia que nos relataremos para ayudarnos a comprender, elaborar y superar lo vivido.

Y a no repetirlo.

Se cuelan negras informaciones bajo el cielo más brillante que conozco. Me faltan razones y me sobra indignación para entender por qué sigue repitiéndose la barbarie más atroz, digna de las peores hordas del principio de los tiempos.

Comienza a hacer frio. También dentro.

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