CARLOS MARTÍNEZ: Sole Giménez lleva décadas implicada -presuntamente. Desde jovencita, allá por los lejanos ochenta, ya iba metida en algún turbio asunto con una banda que dio mucho de qué hablar. Que estaba mezclada en algo -presuntamente- se veía a la legua, porque aquella chica menuda, preciosa, con su pelito a lo garçon y sus zapatos de charol con cordones tan ochenteros se crecía inopinadamente en el escenario hasta llenarlo, dominarlo y arrastrar a la audiencia al embeleso total.
Pero todo era una tapadera, aunque ni siquiera el sabueso del pop Juan Puchades ha podido saber de qué. Y es que el secreto envuelve a esta mujer (parisina de nacimiento, yeclana de familia y valenciana de adopción), de la que pocos saben que se codeó con los artistas gráficos de la línea clara valenciana. ¡Nadie renuncia a una vida bohemia de dibujante talentoso por la de una carrera musical rutilante si no es porque oculta algo, cualquier dibujante te lo dirá!
Sole se empeñaba en hacernos creer que tenía “el alma de blues” y “cómo hemos cambiado”, pero era un cinismo estudiado. Aunque dejó aquella banda de rufianes en 2006, Sole no solo no se ha reformado, sino que ha seguido involucrada en algo grande -presuntamente- que intenta ocultar ladinamente bajo esa tapadera de artista de culto, cantante de finos matices, compositora sutil y extraña belleza.
Porque Sole, como todos los lustres de esta Galería secreta, es una obrera incansable de su oficio, nunca está quieta, siempre tramando algo. Ahora nos anda liada con más “Mujeres de música”, seguro que con alguna aviesa intención, esta vez eligiendo bien sus compinches entre lo mejor del género para implicarse de nuevo -presuntamente- en algún asunto de los grandes.
Nuestra Sole -lo es desde aquellos tiempos en que sus canciones se instalaron en nuestras cabezas y bajo nuestra piel para siempre, otra de sus argucias- anda ahora intentando blanquearse con el rotundo éxito de su participación en el “Duel de veus” de À Punt Mèdia del que, junto con Samantha Gilabert y Eugeni Alemany, se nos ha convertido en jurado: ahí la tenemos, inicua, identificando talentos que sumar a su inescrutable plan.
Sole trama algo. Lo sé porque siempre nos mira serena con esos ojos permanentemente alegres, pícaros de quien sabe que está consiguiendo lo que buscaba. Es la prueba: Sole sigue implicada -presuntamente. Pero que el diablo me lleve si supiera en qué.