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LAS OREJAS DEL LOBO

Hace cuatro o cinco años, una parte importante de la izquierda europea no se tomaba muy en serio el progreso, en las urnas, de partidos de corte ultraderechista y xenófobo en países del norte de Europa, aparte del conocido caso de Francia, que ya viene de lejos. “Obtener un 7% o un 8% de votos no supone peligro alguno. No van a ninguna parte”, solían decir cuando comentabas la preocupación existente en observadores teóricos de la realidad. A ello respondían las políticas económicas provenientes de Bruselas a la hora de abordar la gravísima crisis económica que arrancó en 2007/2008 y que no ha cesado. Las políticas de austeridad impuestas por los burócratas que dirigen la Unión Europea, con la Alemania de Angela Merkel moviendo los hilos en la sombra (todo lo contrario medidas aplicadas por Barak Obama en Estados Unidos), que han generado un empobrecimiento generalizado de gran parte de la población, sobre todo de los más débiles, y de las capas medias, ha sido el caldo de cultivo apropiado para que, en muy poco tiempo, estos partidos ultraderechistas se hayan extendido como una mancha de aceite.

Solamente hay que comprobar su auge en Gran Bretaña (y por si faltaba algo, “el Brexit”), Alemania, Dinamarca (un 21% en 2015 para el xenófobo Partido Popular Danés) o Finlandia (un 13% para la formación Verdaderos Finlandeses). Ello por no hablar de los denominados, en el pasado, “países del Este”, los que formaban parte de la órbita de Moscú, como Hungría y Polonia, presididos por gobiernos xenófobos, autoritarios y antidemocráticos. Ha tenido que ser el inesperado triunfo de Donald Trump en las elecciones norteamericanas la señal de alerta para que, parece, comiencen a ponerse las pilas en Bruselas, aunque con todas las dudas del mundo. trumpfightEuropa siente más cerca que nunca el aliento de sus propios movimientos populistas, nacionalistas y antisistema, en el sentido reaccionario del término. Se habla ya de una nueva política presupuestaria para pedir un aumento de las inversiones equivalentes al 0’5% del PIB, es decir, unos 50.000 millones de euros. El ex ministro de Economía griego, Yanis Varoufakis, piensa que esa cantidad se queda muy corta, mientras que Berlín se niega, porque no ve margen para un estímulo fiscal. En breve, se va a pasar por varias pruebas. El 4 de diciembre se celebra referéndum constitucional en Italia, que puede llevarse por delante al primer ministro, Matteo Renzi. Luego vienen las presidenciales en Austria, que puede ganar la extrema derecha. En marzo con las elecciones en Holanda, donde el xenófobo e islamófobo Geert Wilderers lidera las encuestas. En abril tendrá lugar la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Francia. La agenda no puede ser más apretada. La pregunta que se plantea es si ese cambio en las políticas económicas, con el objetivo de impulsar el crecimiento,reducir el paro y limitar la desigualdad, si es que se consuma, se queda corto o llega ya demasiado tarde.

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