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UN NUEVO CURSO EN LOS ESCENARIOS

ENRIQUE HERRERAS: Ya es otoño en los escenarios. Pero esto ya no es lo que era. Desde hace algunos años, el antaño desierto de septiembre se llena de actividades escénicas. De ello destaca el madrugón que significan por ejemplo los teatros Olympia y Talia, ya con las puertas abiertas desde finales de agosto, y la celebración de varios festivales, como Russafa Escènica y el MIM de Sueca. Pero, a quien madruga no siempre Dios le ayuda. Porque este septiembre nos ha vuelto a la realidad: la profesión escénica sigue más preocupada que ocupada, con algunas incertidumbres, como el Escalante, o la política escénica del Ayuntamiento de Valencia.

También es cierto que en octubre llega el grueso del pelotón escénico. Y lo que siguen son algunos programas que señalo a modo de aperitivo, dejando claro que es una selección mínima y de manera subjetivo. Subjetividad que conlleva otra preocupación, la de los espectadores; ya que sigue predominando un acumule de programas con una permanencia en cartel efímera.

Comenzando por el Principal, observamos una programación muy ambiciosa, pero al mismo tiempo algo confusa, ya que hay una gran diversidad de las propuestas (incluye algunos programas del errante proyecto del Escalante). El teatro de la calle de las Barcas precisa nos solo de una programación de calidad, sino también clara.

No obstante, hay espectáculos que llaman la atención de primeras, como el musical Lehman Trilogy (dirigido por Sergio Peris-Mencheta), Mrs. Dalloway, con Blanca Portillo, y El Rey Lear, de Atalaya. Por su parte, el Rialto exhibirá un total de 6 producciones propias del Institut València de Cultura. Lo primera es Dinamarca, de Rodolf y Josep Lluis Sirera, con dirección de Carles Alfaro (hasta el 3N).

Del Olympia, destaco Viejo amigo Cicerón, con Josep María Pou (hasta el 13 de octubre) y una especie de especialización en musicales: Flashdance, Jekyll y Hyde, Annie, o El guardaespaldas. El Talia tiene en cartel La reina del baile de Cou 1995, y después llegarán montajes como Cuatro corazones con freno y marcha atrás (Jardiel Pondela). El Micalet sigue con su propuesta genérica de un teatro en catalán, con obras como El testament de Maria (La Dependent), o la habitual presencia de Xavi Castillo, que nos contará, a su estilo, la Biblia. El espacio Flumen celebra 60 años de existencia y lo festeja con comedias como Orgasmos y Estrógenos, y el musical Chicago.

El inusual engranaje de la danza contemporánea con la música barroca de A circle in the water ha abierto las puertas de la sala Sala Russafa, una propuesta a la que se suma el estreno de Las Picardías de Molière.  De la Rambleta, sobresale Señor Ruiseñor, lo último de Els Joglars, y un acercamiento a Lorca de Alberto San Juan.

Estén atentos también a las salas Carme, Ultramar, Inestable y Círculo, porque suelen proponer experiencias enmarcadas en lo que se denominan artes escénicas del siglo XXI. O el teatro infantil, habitual en salas como Carolina, el Teatret o L’Horta.  Pues, eso, empieza el espectáculo, y amanece de nuevo, que no es poco.

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