Tiene los ojos amarillos, dobla las rodillas al revés, emite agudos sonidos guturales. Hermoso y enigmátio ser que habita cielos y humedales. El flamenco rosa. Tanto el ave como su simbología son el objeto de esta extravagante investigación que juega con los límites del documental y la ficción para sumergirse en un viaje visualmente fascinante y provocador. Es la última creación de Los Hermanos Polo (Europa en 8 bits, 2015) en compañía de Japónica Films.Como el propio director confiesa, hace años empezó a sufrir una espiral de sincronicidades que le traían constantemente al flamenco rosa -en cualquiera de sus formatos y manifestaciones- hasta convertirse en un bucle obsesivo, una insistente llamada que no podía ignorar. Al final, el phoenicopterus logró salirse con la suya y obtener los honores que tanto reclamaba en esta brillante apología de la liberación.
Rigo Pex encarna a ese sujeto acosado por los flamencos, un ingeniero de sonido que colecciona tesoros acústicos y emprende un viaje casi alucinógeno desde España hasta los templos del flamingo más rosados de Estados Unidos. Allí va descubriendo el significado que esconde lo kitsch como expresión de una contracultura genuina y desafiante. A lo largo de su exploración, el protagonista se entrevista con grandes conocedores de la materia como Eduardo Casanova (Pieles, 2017) Allee Willis, o el mismísimo John Waters (Pink Flamingos, 1972).
Esta peculiar road movie plagada de imágenes excéntricas cuenta una dirección de arte y de fotografía exquisitas. Combina de forma libérrima géneros y estética sin olvidar el sentido del humor y la autoironía. Un delicioso pastiche salpicado de color chicle, tonos pastel y ácidas estridencias. Esta película sí que es una rara avis