Los 007 no son eternos. Al menos sus actores. Sean Connery, George Lazeby, Roger Moore, Timothy Dalton, Pierce Brosnan y Daniel Craig. La transició entre los actores siempre ha sido un reto para los propietarios de la marca. Ha habido sonados fracasos como George Lazeby (Al servicio de su Majestad (1969), algunos que por edad se fueron y volvieron como Sean Connery en Nunca Digas, nunca Jamás (título irónico) y otros como Roger Moore que dieron sus últimos coletazos también por edad en Octopussy (1983) y Panorama para matar (1985).Desgraciadamente sin Tiempo para morir (2021) no es una despedida digna para Daniel Craig. La película ocupará un lugar irrelevante en el global de la saga. Nada que ver con la despedida de M (la siempre magnífica Judi Dench) en Skyfall,de Sam Mendes (2012), para mí una de las tres mejores películas de toda la historia de James Bond.
Me interesa analizar qué ha supuesto el 007 de Daniel Craig en la historia de la saga. Lo primero es un cambio de tercio absoluto respecto a sus predecesores. En la propia concepción de Bond, en la relación con la realidad y en el estilo del film. La huella del realizador, Paul Greengrass ha sido patente en este último 007.Su estilo realista, violento, directo y contundente bebe directamente de las excelentes El mito de Bourne (2004), El ultimátum de Bourne (2006) y Jason Bourne (2016). La secuencia de apertura de Casino Royale es toda una declaración de intenciones. Bond ya no es ese gentleman inglés que bebe Bolinger e hipnotiza a las mujeres con las que se encuentra. El personaje está pegado a los tiempos.Es un tipo violento y duro que mata si es necesario. La realización se vuelven más dinámica y las coreografías de las luchas copian el estilo Bourne con una cámara imperfecta cercano al cinema verité.
Sin tiempo para morir, es una película menor. El actor no se encuentra (de hecho no quería hacerla). Quiere imprimirle un estilo más emocional a 007 con la historia de un supuesto hijo. Pero se le ve desconcertado y no da el tono.
Quitando la espectacular secuencia inicial con una extraordinaria Ana de Armas, el resto es un argumento rutinario. Había que matar a Bond, eso se sabía, pero su marcha deja un sabor agridulce. Ahora está por ver quién le sucederá. Nosotros tenemos nuestras apuestas. Hombre, británico y no menos duro. Mi nombre es Bond, James Bond…Lo veremos.