FERNANDO LARA (CANNES): El título de una de las más famosas novelas del gran Rafael Azcona viene como anillo al dedo para hablar de The Dead don’t Die(Los muertos no mueren), la película de Jim Jarmusch que ha inaugurado el 72 Festival de Cannes. Porque ojalá no se hubiera metido el autor de Paterson (tan admirada por nosotros aquí mismo hace solo tres años) en esta banal y repetitiva comedia de “zombies” que poco aporta a su desigual filmografía. Ya lo había hecho con mejor fortuna respecto al mundo de los vampiros contemporáneos en Solo los amantes sobreviven, de 2013, pero dentro de un registro dramático mucho más convincente. Algunos momentos de ese “humor tranquilo” acreditado por Jarmusch desde el principio de su carrera, resultan insuficientes para elevar el tono de una película que bromea sobre sí misma (con el personaje de Adam Driver refiriéndose en pantalla al propio guion y a la música) y encadena citas de films famosos, desde Encuentros en la tercera fase y La guerra de los galaxias pasando por Psicosis y, de forma continua, La noche de los muertos vivientes. Una fuerte decepción. Se abría así una competición que incluye nada menos que cinco ganadores de la Palma de Oro, seis si se consideran como dos los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne: además de la pareja belga en doble ocasión (con Rosettay L’enfant), lo mismo que Ken Loach (merced a El viento que agita la cebaday Yo, Daniel Blake), otros que ya han estado en lo más alto del palmarés y que ahora repiten participación son Terrence Malick (El árbol de la vida), Quentin Tarantino (Pulp Fiction) y Abdellatif Kechiche (La vida de Adèle). Por supuesto, se esperan sus películas con la mayor expectación, pero también las de realizadores que se han visto premiados en anteriores ocasiones, aunque no al máximo nivel: el citado Jim Jarmusch, que concurre por octava vez, seguido muy de cerca por Marco Bellocchio (siete participaciones), Pedro Almodóvar y Arnaud Desplechin (seis) y, más lejos, Elia Suleiman y Xavier Dolan (tres) y Bong Joon Ho y Kleber Mendonça Filho, con dos. Es decir, que la tan cacareada “renovación” lanzada a bombo y platillo por la dirección del Festival el pasado, año se ha quedado en una tibia agua de borrajas. Hay, sí, ocho cineastas que llegan de nuevas a la Competición Oficial, la gran mayoría de género femenino y pasaporte francés: Céline Sciamma, Justine Triet, Mati Diop, de origen senegalés, junto al medio maliense Ladj Ly, la austriaca Jessica Hausner, el rumano Corneliu Porumboiu, el chino Diao Yinan y el norteamericano Ira Sachs, buena parte de ellos ya “baqueteados” en las secciones paralelas de Cannes. Difícil lo van a tener para hacer sombra a los ilustres nombres citados en el párrafo anterior, aunque siempre puede saltar la sorpresa. Tampoco parece que esta vaya a ser la edición en que triunfe una directora, pues únicamente están las cuatro (una más que el año entre aquellos que compiten por primera vez.En lo que se refiere al origen de los veintiún largometrajes que entran en liza, y aunque cada vez resulte más difícil establecer su nacionalidad debido a las coproducciones, predomina –como es habitual– Europa, algo por encima del 50% del total, con Francia y sus cinco largometrajes llevándose como siempre la parte del león, cantidad igualada por Estados Unidos y su quíntuple representación. El cine asiático cuenta con tres films, y África y América Latina con solo uno, aunque este no de habla hispana sino portuguesa, al tratarse de la brasileña Bacurau. Dentro de este conjunto de países y áreas geográficas, ya es sabido que España compite en la Sección Oficial con Dolor y gloria, de Almodóvar, mientras Óliver Laxe con O que ardelo hace en la sección paralela Un Certain Regard, lo mismo que Albert Serra y su Liberté, además del cortometraje Je te tiens, de Sergio Caballero y con Ángela Molina, en la Quincena de Realizadores. Como puede comprobarse, un conjunto no demasiado amplio ni novedoso. Con tal panorama, Cannes’19 ha comenzado a dar sus primeros pasos. En él va a darse cita una presencia humana que superará los 40.000 profesionales, de los que unos 13.000 vienen al Mercado del Film y alrededor de 4.500 periodistas conviven y se pelean por encontrar sitio en las abarrotadas salas. Cifras masivas, de vértigo, del primer Festival del mundo que sigue permitiéndose ignorar la existencia de gigantes actuales de la comunicación como Netflix u otras plataformas digitales.