Si hay algo que Amparo Durbán Aparisi quiere dejar bien claro es que no porque ella lleve las baquetas es la novia del batería. Para Amparo, llevar las baquetas es toda una declaración de principios, una reivindicación primaria, esencial, vital. Ella marca su propio ritmo al que le pone su música y su letra, graba discos, se prodiga en bolos o disfruta con sus colegas, tan amantes de la música como ella misma. Música de la que se escucha tan de cerca en la intimidad de pequeños locales que se puede acariciar cada nota, apreciar su color e incluso oler el aroma a la buena leña con la que se han empastado melodía, letra, armonía y ritmo antes de ofrecerla a manos llenas para que se deguste al calor del amor en un bar. Me atrevo a decir que, para Amparo, lo esencial es ser música -en ambos sentidos- solo justo por encima del hecho de ser mujer.
Música de convicciones sororales tempranas, fue Amparo la primera en formar en València, contra viento y marea, una banda solo de chicas en los albores de los 80, “Primer aviso” de la que fue su baterista, aunque lo suyo era tocar la guitarra, tan querido era ese proyecto para ella que se prestó a todo sacrificio. El grupo pasó a la historia -literalmente, hizo Historia- sin que Amparo fuera muy consciente de su acto pionero. Poco después, con el grupo “Nana” (es el término francés para “tía” o “chica”, me pregunto si fueron conscientes de ello), se integra en un proyecto intenso y breve de música selecta, de sonido elegante, fresco, con mucho de Pretenders en el que Amparo oficia de Chrissie Hynde. Ha sido música en muchas bandas, en casi todos los papeles posibles, contando ella que cuando tocaba como baterista en grupos de chicos, el crítico de turno ni siquiera la mencionaba, una prueba palmaria de la invisibilidad femenina en un paisaje musical tan testosterónico como el nuestro.
En los mismos años en que yo me prodigaba con Castafiore Swing, ella lo hacía con “Primer aviso”, “Nana”, “Natanson” o “Ellas.son” en los locales (Planta Baja, Gasolinera, Pachá…) en los que Burguitos, Manel y yo nos dejábamos la piel sobre las mismas tablas, por lo que algo me une a esta mujer que respiraba esas atmósferas musicales que nos hicieron personas. Ahora, cerramos el círculo invitándola a cantar la nueva versión de una de aquellas canciones que lanzó el Como Potombo, pero con protagonista femenina en esta ocasión: “Detective privada”, tema principal de un radioteatro de pronta aparición en el que ella actúa con voz propia y personalísima en el papel de una sabuesa dura de pelar.
Amparo dio su primer aviso en los 80. Ahora, en los 20 de este nuevo siglo, tras una vida entera dedicada a la música desde las tripas del oficio, sin más oropel que el placer de hacer lo que quiere, sigue en primera línea de la reivindicación de la música hecha por mujeres, dando su enésimo aviso, porque aún hay que seguir recordando que “Ellas Son”, esta vez desde las ondas radiofónicas a través de su programa que tiene por título un grito militante, reivindicativo y hastiado: “¡No soy la novia del batería!” Adoro esta música.