PAU VERGARA: La figura de Marilyn ha sido históricamente objeto de muchos análisis y biografías. La más conocida es la de Donald Spotto que trata de poner luz a las causas de su muerte (ha habido todo tipo de teorías y conspiraciones) e incidir en el morbo de las relaciones con los Kennedy.
Blonde parte del libro homónimo de la autora Joyce Carol Oates que a modo semibiográfico navega por la psique de la malograda actriz. Es un viaje introspectivo e hipnótico a la mente de Norma Jean. Huye del anecdotario del biopic y logra construir un gran fresco muy personal del sufrimiento, traumas y la enfermedad mental que arrastró la actriz durante buena parte de su carrera. Explora la dualidad entre la persona (Norma Jean) y la artista (Marilyn Monroe), ese fenómeno que ocurre cuando la fama sobrepasa a la persona. Ni ella misma era capaz de reconocerse en ese personaje de mujer de apariencia inocente, pero dispuesta a desplumar a un millonario-como cantaba en Los caballeros las prefieren rubias, “Diamonds are Girls best Friend”.
Marilyn fue una construcción de la industria de una época y Norma Jean un ser extraordinario que navegó como pudo por aquel mundo de colores y sombras, refugiándose del fantasma de la locura. Un ser de luz que se quebró personal y mentalmente hasta perder el control de su propia vida.
El director pone en práctica una arriesgada puesta en escena. Reconstruye imágenes y momentos en un precioso blanco y negro y un maravilloso technicolor. La fotografía de Chaise Irvin es simplemente espectacular. El final es un largo plano borroso. No se ve nada, pero entendemos lo que va a suceder.
Pero lo que pone Blonde a otro nivel son sus interpretaciones. Hay películas de actores, y hay actores que son la película. Y esta película es Ana de Armas. No recuerdo haber visto una interpretación más sublime, arriesgada, llena de gestos, detalles, miradas y sentimiento como el que ha hecho Ana de Armas de un personaje que todo el mundo conoce. La construcción de Norma y Marilyn, la dualidad entre la persona y el personaje, es digna de estudio. No nos extrañaría que fuera nominada al Oscar este año.
Pero hay aspectos cuestionables en Blonde. El recurso recurrente a los planos del feto es un exceso visual innecesario que me sacó totalmente de la narración y tuve que pasarlo con el mando a distancia (Cut/Edit a domicilio). La duración de casi tres horas, muy habitual últimamente, es algo a lo que no termino de acostumbrarme.
Y para reflexionar: ¿hasta qué punto es legítimo construir un relato, en su gran mayoría ficticio de un personaje real? Aunque Joyce Carol Oates se documentó en profundidad sobre Marilyn, la mayor parte de las cosas que cuenta están inventadas. Tuve la misma sensación que cuando vi la película basada en la vida de Francesc Boix, el fotógrafo de Mauthausen donde se tomaban licencias literarias que nada tenía que ver con lo que sucedió en realidad histórica. El cine es una construcción, es una ficción, ya lo sabemos, pero ¿dónde está el límite? ¿Se puede desvirtuar un hecho histórico o un personaje por antojo de una escritora, director o guionista? El debate está servido.
Marilyn fue prisionera de una época que la película retrata con asfixiante crueldad.
Y un apunte final. Los críticos debemos ser ajenos a las polémicas que se generan sobre las películas y tratar de ser fieles a nuestro propio acercamiento cinematográfico único e intransferible. Criterio propio. Como ha sido siempre costumbre en nuestra publicación. Y seguirá siendo.