Hay que aprobar lo del concierto. ¿Y esto, a quién beneficia? ¿Para qué estamos aquí? Esto es solo una reunión informativa, aunque la de Álex Montoya se llame Asamblea.Que también lo es. Además, es su opera prima y es una adaptación de la obra teatral La gent, de Jaume Pérez y Juli Disla (Pérez & Disla), éste último firman el texto original. Tanto en la pieza teatral como en esta película, la historia tiene lugar en un mismo espacio. Un restaurante polvoriento que quizá a causa de la crisis dejó de serlo, sirve de escenario para esta reunión asamblearia donde se supone que se van a aprobar cosas. ¿El qué? No lo sabemos, ni ellos mismos lo saben; pero eso es lo de menos. Asamblea se estrena por fin pero, como toca en estos tiempos, en una plataforma como Filmin. Un año atrás pasó por la pantalla grande del Festival de Málaga -sección Zona Zine- donde el cortometrajista valenciano demostraba a la audiencia que había superado un reto que se presumía nada fácil.
Ajustar al audiovisual una pieza teatral en un único espacio, con un texto tan ambiguo, cuya estructura se sostiene básicamente por los diálogos y las interprentaciones, resulta complejo, pero Montoya aprueba con nota y mantiene el ritmo adecuadamente, asentado en unas bases de tono costumbrista en las cuales el humor sale por si solo, sin forzar demasiado nada. Los personajes, clichés la mayoría de ellos pero cuyos intérpretes defienden estupendamente, son personas comunes y corrientes que salen de esta reunión más confundidos de lo que entraban. Cualquiera puede verse identificado con algún personaje con solo haber asistido a una reunión de vecinos o a la Junta de la asociación cultural de turno. Lo que empieza como una reunión ordinaria antes del verano, termina con una posible manifestación en las calles, un desnudo colectivo, un lema por definir y una huelga de hambre que para colmo le tocará sufrir al que menos velas tiene en este entierro -Jordi Aguilar está genial en el mejor personaje de todos-. Poco a poco, de una reunión parece que pasamos a un Congreso. Los “asamblearios” se vienen arriba y aportan ideas que tendrá que llevar a cabo otra persona o que directamente caerán en saco roto. Como espectadores conocemos más bien poco de lo que hablan, pero entendemos de sobra lo que está pasando. Es la vida misma, que Montoya retrata con sinceridad, jugando con dos lenguas condendas a entenderse, en un encuentro condenado a terminar con pactos o con alguien dando su brazo a torcer. Quizá le sobre metraje o a lo mejor le falte alguna subtrama más para aderezar un poco mejor este cóctel de sinsentidos, pero lo que es seguro es que Asamblea retrata con sinceridad y algo de mala uva lo que viene siendo el ser humano en grupo y confinado, en todo su esplendor.