(3) OPPENHEIMER, de Christopher Nolan
PAU VERGARA: Nolan es el maestro del tiempo cinematográfico. Sus películas tienen algo de fascinante que no dejan indiferente a nadie. Me gusta su cine. Su acercamiento a los experimentos con el tiempo y las capas narrativas como Tenet (2020),Origen (2010) o Interstellar (2014) hacen de él un director con amplias capacidades narrativas. Y la industria de Hollywood lo respeta por sus buenos resultados en la taquilla mundial. Nunca hace un cine evidente, buscando la fórmula o la complacencia del espectador.
En Oppenheimer, Nolan da un pequeño cambio de tercio para adentrarse en la historia de un personaje extremadamente interesante como J. Robert Oppenheimer, padre de la bomba atómica. Esta vez huye de los experimentos personales para diseccionar la fascinante mente de un genio y su relación con los personajes de su entorno.
Lo más interesante del film, al margen de todo el proceso científico de creación de la bomba atómica y del Laboratorio de Los Álamos, es su acercamiento a la personalidad política y sindical de los científicos, la mayor parte de ellos de origen alemán que huyeron del nazismo. Esas pinceladas construyen una historia fascinante, mucho más compleja de cómo nos las había contado. El film está dividido en tres partes. La primera aborda el comienzo de Oppenheimer y sus primeras teorías sobre la física cuántica. La segunda aborda la propia cronografía de construcción de Trinitry, la primera bomba nuclear de la historia, y la tercera se centra en el juicio político que tuvo que sufrir en pleno McCarthismo. El film parece dirigirnos hacia una estructura de “mente maravillosa”, pero pronto vira hacia una película de tintes políticos. Lo cierto, es que buena parte de los científicos que construyeron la bomba atómica norteamericana formaban parte del Partido Comunista Americano. Se había escrito muy poco sobre ello. El propio Oppenheimer tenía un ideario de izquierdas humanista absolutamente contrario al nazismo (“Qué pena que no llegáramos a tiempo para usarla contra los nazis”, dice en algún momento de la película). Y eso, evidentemente, le granjeó muchos problemas para tener las credenciales de seguridad y ponerse al frente del Proyecto Manhattan. Muchos de esos científicos luego fueron juzgados y perseguidos por el Comité de Actividades Norteamericanas. Oppenheimer, un héroe tras finalizar la Segunda Guerra Mundial, sufrió la persecución y la degradación.
El film aborda de forma interesante una aparente contradicción. Es el creador de la bomba, sabía lo que estaban construyendo, pero al mismo tiempo, como humanista era consciente de la capacidad destructiva del artefacto. Al finalizar la guerra, se embarca en una cruzada para avisar de los peligros de la proliferación nuclear y la capacidad para destruir el mundo. Nolan cuenta cómo pasa de héroe a “blacklisted” en el contexto de la Guerra Fría. Tan solo con la llegada de John F. Kennedy es rehabilitado. Y es ahí, en 1965, coincidiendo con el aniversario del bombardeo del Hiroshima y Nagasaki,cuando dijo sus palabras más famosas en un discurso televisado: “Sabíamos que el mundo no sería el mismo. Algunas personas se rieron, algunas personas lloraron, la mayoría se quedó en silencio. Recordé la línea de la escritura hindú, el Bhagavad-Gita. Vishnu está tratando de persuadir al Príncipe de que debe cumplir con su deber y para impresionarlo toma su forma de múltiples brazos y dice: “Ahora, me he convertido en la Muerte, el destructor de mundos”. Supongo que todos pensamos eso de una forma u otra”. Christopher Nolan tiene la capacidad de hipnotizarnos con su pasión por darnos una perspectiva enorme del personaje y su contexto.
Pero el film está lejos de ser prefecto. Lo primero, y no puedo dejar de mencionarlo, es su larguísima duración. No me acostumbro a esta nueva duración pensada para las plataformas. Hacer las películas más largas no las hace necesariamente mejores. Hay un aspecto que me generó desconcierto y es en la velocidad narrativa para contar los hechos. Pasa a toda velocidad de unas secuencias a otras, sin profundizar en muchos casos, en los personajes y situaciones. No sabemos si la influencia del avance y retroceso, el fastforward de la marca Nolan, le pasa factura. Tuve una sensación de cierto anecdotario y superficialidad. La otra es el tratamiento de los personajes femeninos: infieles, locas, suicidas o fieles esposas. No está nada bien resuelto este asunto. Sin embargo, el personaje de Oppenheimer está muy bien definido como genio contradictorio, personalista, infiel, mujeriego, humanista y comprometido con la República española en la Guerra Civil. Tuve la impresión que la película pretende abarcar mucho, casi como tres capítulos de una miniserie, pero concentrados en dos hora y cuarenta. A pesar de estas pegas merece la pena ir a verla. La sala estaba llena hasta los topes. En definitiva, una película de mucha calidad, compleja, rica que aborda de forma magistral la vida de este físico norteamericano y judío. No se la pierdan.