Hablaba Román Gubern en Espejo de Fantasmas de nuestra fascinación por las sombras reflejadas sobre la pared. Desde la oscura época de las cavernas el fuego servía para trazar esas sombras hipnóticas capaces de contar una historia. Nos fascinan las historias y nos gusta escucharlas muchas veces. Batman renace, una vez más, en una nueva historia proyectada sobre esa gran pared de la cueva que es la pantalla de cine. Sombras chinescas en movimiento. Asistí con pocas expectativas a ver la nueva propuesta de DC Cómics después del fiasco de Batman Vs Superman, de Zack Snyder, una indigestión digital que sentenció a un actor como Ben Affleck que no volvería a interpretar al personaje.
Tocaba dar un cambio de rumbo. Y eso es lo que ha hecho este Batman dirigida por Matt Reeves. Estamos ante un Batman oscuro,tenebroso, introspectivo y reflexivo, una apuesta que reconecta con el Joker, de Todd Phillips, más pegado a la realidad y con un discurso político de fondo.“Lo que las películas reflejan son tendencias psicológicas, los estratos más profundos de la mentalidad colectiva que corren por debajo de la dimensión consciente”, que decía Sigfrid Krakauer. Si aquella era una parábola de la jungla neoliberal de la decadencia trumpista, Batman no se queda atrás. La presencia del malvado Enigma como un alter ego del propio Batman. Este personaje consigue hacernos sentir incómodos. Es un Qanon, un conspirador que quiere hacer saltar el sistema político por los aires y arrasarlo todo. La película arranca con una voz en off introductoria. Resulta curioso lo que tarda en mostrar la cara del nuevo Batman. Todas las dudas sobre Robert Pattinson quedan disueltas a los pocos minutos de metraje. Su interpretación incide en la oscuridad iniciada por el magnífico y elegante Christian Bale, pero lo lleva a un extremo casi depresivo, enfermizo y gótico.Y no podemos dejar de pensar en su parecido con el tono intimista del Eduard Cullen de Crepúsculo. Es una vuelta de tuerca que nos ofrece algo nuevo y diferente.
Son tiempos de ocuridad, de confusión, de desorientación, de guerra y pandemia. Y este Batman consigue dar con el tono vital del estado de la situación mundial. La presencia de Zöe Kravitz refuerza la historia y plantea la incapacidad e incomunicación del propio Batman/Bruce Wayne. Es una Catwoman mucho más humana y realista. El detalle de la máscara, que es un pasamontañas, trata de alejarla de la sofisticación de sus predecesoras y del trazo del cómic. Batman funciona porque es una película de cine negro que avanza para desentrañar un asesinato de bajos fondos y va tirando de la madeja hasta llegar a las altas esferas políticas, como el buen cine negro.
Esa estructura permite mantener la atención durante las tres horas que dura la película. No puedo dejar de referirme a la extraordinaria fotografía noir Greig Fraser, simplemente impresionante, y la música de Nirvana con la que arranca y cierra. Batman es el mejor ejemplo, de hasta qué punto un blockbuster puede llegar ser una película rica, y compleja en matices. Seguramente estamos ante la segunda mejor versión después de El Caballero oscuro, de Christopher Nolan. Vayan a verla sin complejos. Puede que se lleven una sorpresa.