DOLORS LÓPEZ: Camino a paso rápido por las orillas que la sombra protege. Es el último sábado de julio y más bien parece el primer día del apocalipsis.
Valencia se funde en un calor lacerante mientras los turistas boquean en alguna terraza y los del terruño permanecemos escondidos o corriendo hacia el escondite más próximo.
He salido por obligación a comprar alguna cosa para la cena y desayuno de mañana. Espero dos invitadas, tía y sobrina de paso por la ciudad. La joven, amiga de la infancia, acompaña a Celia para que se despida de su exmarido en fase terminal.
Consigo llegar a casa antes de que mis pulmones se queden sin oxígeno, y presiono el botón del aire acondicionado en un último movimiento, como si fuera la puerta de acceso al paraíso.
¡Conseguido!
Charlamos con el postre. Mi amiga Rocío propone que vayamos a ver una película que le apetece “Cata de vinos”. Todavía llegamos a la última sesión, además, el vientecillo de levante está suavizando la temperatura. Celia prefiere quedarse a descansar para mañana. Intuye un día duro.
Mientras sacamos las entradas y completamos el ritual varios grupos de mujeres de distintas edades, vestidas de “rosa chicle”, parlotean alegres. Expectantes ante el cartel de una nueva Barbie, comparten comentarios y emociones del momento. Rocío y yo nos miramos divertidas, con la idea telepática de habernos equivocado de película. Otro día, nos prometemos.
Las chicas in Pink ya han desaparecido en la puerta de su sala. Nosotras las imitamos y nos disponemos a disfrutar de nuestra historia en la pantalla.
Caminamos pausadamente por la noche de la plaza del Ayuntamiento. Mi amiga me pregunta abiertamente por lo que pienso de la inseminación artificial y la crianza en solitario.
Sorprendida, entiendo que me está hablando de ella, que no es una pregunta conceptual.
Mira, yo creo que cuando una se plantea esa posibilidad ya tiene un largo camino andado. Eso no se improvisa. Si lo tienes decidido, adelante, pero no creo que sea fácil.
Es complicado ser madre, y mucho más si se está sola ante el proceso de inseminación y embarazo. Lo he visto en unas cuantas amigas valientes y magníficas como tú, pero criar sola… ¿Tienes apoyos?
No, ni quiero.
No quiero tener una pareja para ser madre, y hace tiempo que no hay nadie en mi vida para compartir un bebé. En cuanto a la familia, prefiero que no se entrometan. No he dicho nada. Lo haré a su tiempo.
Y tu tía, parece que os tenéis confianza, ¿tampoco se lo has contado?
No, ella tiene bastante ahora con enfrentarse a su exmarido. Él la dejó plantada en lo que llamó “una crisis vital” y desapareció hasta hace unos meses. La buscó y le ha pedido un encuentro. Está hospitalizado y a punto de morir.
Mi tía está conmocionada. No quiere verle, no le ha perdonado, pero quiere una explicación. Yo creo que quiere una reparación a todo su dolor de años. Es una situación traumática, la verdad. Veremos qué pasa mañana.
Y mañana se convierte en un domingo de vida sobre el tren que las lleva de regreso a lo cotidiano. Una, más segura y firme en su decisión, sonríe al horizonte mediterráneo.
La otra, en una conversación interminable con su pasado, permanece en silencio y serena. Por fin.
La megafonía les informa que están llegando a su destino. Ambas, casi gritan que no, que ahora están comenzando su futuro.