Esta adaptación de la novela de Roberto Bolaños, sumerge de lleno en el mundo más sórdido y oscuro que muestra el texto del autor chileno. Un universo de bajos fondos, de serie B, de suburbios que destilan misterio y sexo, que corrompen por el simple hecho de acercarse a ellos. «Ahora soy madre y estoy casada, pero no hace mucho fui una delincuente. Mi hermano y yo nos habíamos quedado huérfanos. Eso de alguna manera lo justificaba todo. No teníamos a nadie. Y todo había sucedido de la noche a la mañana», interesante bofetada de realidad. El texto comienza cuando Bianca y su hermano Tomás reciben el peor varapalo de sus vidas, sus padres acaban de fallecer en un accidente de tráfico. Una noticia desoladora que los deja absolutamente desubicados, sin saber cómo reaccionar ni qué hacer con sus vidas. De manera abrupta y dolorosa, todo cambia en un instante. Blanca se encuentra de repente con la obligación de tomar las riendas de dos vidas, sin tener idea de cómo hacerlo y por dónde empezar.
La obra se mueve en un ambiente sórdido, con un ritmo decadente que acompaña la conversión continua de esta joven mujer. Todos los elementos de la obra, desde las luces, la escenografía, hasta la música, conllevan a un mundo onírico, que desorienta y provoca al espectador. La naturaleza explicita y directa del espectáculo, transforma la visión en una verdadera experiencia sensorial. Ahora soy una madre y estoy casada, pero no hace mucho fui una delincuente. Mi hermano y yo nos habíamos quedado huérfanos. Eso de alguna manera lo justificaba todo. No teníamos a nadie. Y todo había sucedido de la noche a la mañana”.
De manera directa, sencilla y brutal, Bolaño nos atrapa en una atmósfera de ensoñación repleta de imágenes en la que la adolescente Bianca, acompañada por su hermano, se adentrará en el universo adulto descubriendo las peores y más intrigantes facetas de la sexualidad y la delincuencia. Roma será el escenario por el que ciertos personajes extremos deambulan entre el desasosiego y la locura. Bianca, tras la súbita muerte de sus padres en un accidente automovilístico, se descubre abocada al abismo de su indiferente existencia e inicia un decidido descenso a los infiernos. Sin embargo, hay luz entre las tinieblas, desde la desesperanza también hay luz.A la pregunta: «Si tuvieras que matar a alguien, si no tuvieras ninguna otra opción, ¿a quién matarías?», Bianca contesta, con la implacable seriedad de un jugador: «A cualquiera. Me asomaría a la ventana y mataría a cualquiera». Una novelita lumpen trata de la infelicidad y de las recompensas falsas dentro de la infelicidad, de la valentía para cambiar de rumbo para crear un futuro inexistente y de la lucidez súbita sobre el rumbo real de la vida de cada cual: un pedazo de realismo inteligente sin sermones ni moralinas. Es una poesía frágil pero rotunda, y una maravillosa apuesta para el teatro, un delicado reto.