Valencia está más viva que nunca y, aunque se siga asustando la gente con titulares catastrofistas, según mi modesta opinión, un poco exagerados, como en el caso de la variante ómicron (tal vez mañana los hechos me desmientan, aunque deseo tanto que no sea así), seguimos con una recuperación económica y social que no deja demasiadas dudas. La restauración vuelve a navegar a toda vela, las terrazas están llenas y la gente tiene ganas de disfrutar de todo lo que se perdió en el año y medio pasado de pandemia. Por aquí, estamos casi todos vacunados y, si bien todavía hay quien se resiste a la idea permitiendo al virus seguir circulando y generando nuevas variantes, podemos socializar casi como antes sin grandes miedos. Esta normalización la podemos apreciar también en la reanudación de muchos eventos focalizados en la promoción de nuestra gastronomía y poco a poco también del turismo que tanto hemos echado en falta.
Una de las citas que más se está consolidando en el sector de la hostelería es la celebración de los Premis Cacau d’Or donde bares y restaurantes reciben el reconocimiento a los mejores esmorazars de la Comunitat. Una iniciativa de #LaCulturadelAlmuerzo que cuenta con el apoyo de Amstel y de Visit Valencia, entidad dependiente del Ayuntamiento de València. El Premi Cacau d’Or Especial Amstel ha sido para Beluga, ganador del concurso por la creación de su nuevo bocadillo “Quart de Poblet”. También se ha hecho entrega en la gala celebrada en el Palau de l’Exposició de València de los distintivos al Esmorzador d’Honor y a les Dones Esmorzadores. “Al igual que la paella, l’esmorzar es tradición, es cultura, es un punto de encuentro, de reunión. Esta particular costumbre del almuerzo ha perdurado en el tiempo, y cada vez tiene más adeptos, se reinventa, aunque siempre bajo las mismas premisas y da valor a nuestro producto de proximidad. Por eso creemos que ya forma parte de nuestro patrimonio como pueblo, y más allá de lo que comemos en sí, es un ritual, una marca de identidad propia” ha expresado el concejal de Turismo, Emiliano García, en la gala. Entre los premiados encontramos a Ca Mario, de Alfondeguilla (Castellón) y a Llaurador, de Pedreguer (Alicante), un ejemplo de resistencia, ya que abrieron justo un mes antes de la pandemia. De Les Tapes de Rafa, de Carcaixent, han destacado su excelente trato al cliente y una propuesta gastronómica marcada por lavariedad, innovación y creatividad. También se ha visto reconocido CENTRAL BAR by Ricard Camarena, de València, por haber trasladado la alta gastronomía al almuerzo, revalorizando esta comida popular y rescatando el pan de pataqueta. De La Cantina de Ruzafa aplauden la apuesta por la cultura valenciana, mientras que de Cooperativa han valorado la expresión de cómo la gastronomía puede vertebrar el territorio, trasladando la riqueza gastronómica de la comarca requenense a la capital valenciana con una excelente selección de carnes a la brasa. París – Los Isidros, también de València, ha sido galardonado por ser la cuna de l’esmorzar moter. Mientras que de Ca Saoret, de Tavernes de la Valldigna se ha valorado su respeto a rajatabla del protocolo esmorzador, con una excelente relación entre calidad y precio en un local cargado de valencianía. Por último, se suma al palmarés La Mesedora, de Algemesí con una propuesta donde la innovación renueva la comida casera y el servicio, incluso con la incorporación de robots al servicio, toda una experiencia.
Otra iniciativa muy interesante ha sido la de promocionar el territorio en “El Club de les Comarques” en Marina de València. Aquí la Mancomunidad del Camp del Turia ha querido dar a conocer sus delicias gastronómicas en unas catas a ciegas que ensalzan los aromas y sabores mediterráneos que caracterizan esta zona con aceites, arroces, mieles o hierbas como protagonistas. Una idea genial que ha acercado mucha gente a una zona del interior de la provincia de València y que indudablemente merece la pena ser mejor conocida.
Disfrutar no es solo comer y beber bien, es sobre todo estar juntos, compartir el momento y esto es lo que seguramente más hemos echado de menos en este tiempo de confinamiento y necesarias restricciones. Somos seres sociales y necesitamos el contacto y vivir la calle y esto no se puede “virtualizar” en ningún modo, pese a las intenciones del señor Zuckenberg y compañía. ¡Qué viva el almuerzo!