ANDREA MOLINER: Llega por fin una de mis épocas del año favoritas. Esa en la que Lorenzo deja de hacer de las suyas y nos permite abrazar sanas y arraigadas costumbres: observar como los árboles se desnudan ante nosotros, introducir el café caliente en nuestra alimentación diaria, abrazar apasionadamente esa primera manta que nos arropa por las noches, venerar las jornadas de lluvia siempre a cubierto (ya sabéis cómo nos las gastamos en la terreta con esto de la gota fría) o subyugarnos ante las arraigadas palabras de un libro que, ahora sí, disfrutamos con menos bochorno. Desgraciadamente, no habitamos el país de los tópicos y menos desde que el cambio climático llama con más insistencia a nuestra puerta. Este año nos hemos refrescado en aguas donde las hojas ocres y anaranjadas navegaban sin rumbo alguno, nos resistimos a abandonar el frescor de un buen helado a las tres de la tarde, expulsamos de la cama todo aquello que haga elevar nuestra temperatura corporal o realizamos toda clase de rituales ancestrales para atraer la lluvia a nuestras tierras. Eso sí, el poder de ese texto bien escrito y editado siempre está ahí, salvándonos del desajuste climático, aunque también alertándonos de los peligros de seguir ignorando el problema. Una cosa no quita la otra. Y hasta que las aguas vuelvan a su cauce – aunque cualquier día de estos me veo comiendo almendrados en lugar de turrones- siempre nos quedarán los buenos libros.
Como bien comenté en un artículo anterior de similares características, lo cierto es que tanto la nueva novela de Virgine Despentés (Querido capullo), así como el ensayo de la Premio Nobel de Literatura 2022 Annie Ernaux (La escritura como un cuchillo) deberían formar parte de las lecturas de todas y todos los que este otoño quieran aproximarse a ambas autoras. El primero por su capacidad para colocar al lector en el lugar más incómodo y, a través de él, reflexionar entorno a algunas de las cuestiones más candentes de nuestro tiempo. Y el segundo por el esfuerzo de su autora a la hora de ahondar en las razones de su predilección por su literatura tremendamente autobiográfica, todo ello a través de las preguntas y planteamientos que Fréredric-Yves Jeannet le enviaba con regularidad y que han acabado por conformar la génesis de este breve ensayo sobre la importancia de la vida a la hora de escribir. Otoño también ha sido la estación fijada para el regreso de dos gigantes de la literatura contemporánea. El primero de la inglesa, Ian McEwan con Lecciones, un recorrido a la historia del siglo XX desde la mirada de un protagonista anclado en un extraño suceso de su pasado. El segundo de la alemana, Bernhard Schlink con La nieta, una novela en la que se abordan las heridas familiares y personales que provocan los conflictos políticos. No es tan extraordinario que el escritor Stephen King haya publicado novela nueva (Holly) como sí lo haga John Irving (El último telesilla) tras décadas sin entregarnos nuevo trabajo. Aunque si ha habido un libro que ha despertado enorme atención ese ha sido La conejera de Tess Gunty, una ópera prima que explora las relaciones humanas a través de los distintos inquilinos de un peculiar edificio de viviendas.
En el panorama nacional últimamente resuenan mucho los nombres de Elisa Victoria (Otaberra), Silvia Hidalgo (que con Nada que decir se ha alzado con el XIX Premio Tusquets de Novela), Jacobo Bergarache (tratará de repetir el éxito de Los días perfectos con Las desaparecidas), Leticia G. Domínguez (Papá nos quiere está siendo una sensación entre quienes ahondan en la lectura de historias de familias atravesadas por la violencia) o Laura Fernández con su reciente volumen de relatos Damas, caballeros y otros planetas en donde queda claro que en España sí sabemos escribir buena ciencia ficción. No obstante, desde las butacas lectoras debemos celebrar varios títulos a tener en cuenta, como por ejemplo la publicación del tercer volumen de los diarios de Rafael Chirbes o la llegada a las librerías de Los papeles de Admunsen, la primera y hasta el momento inédita novela de Manuel Vázquez Montalbán que, para los fans del autor, resultará toda una delicia. Obviamente no podemos dejar de lado la literatura latinoamericana ya que en los últimos días regresa a las estanterías Benjamín Labatut con Maniac, una novela en la que, siguiendo la estela de Un verdor terrible, vuelve a concienciarnos sobre lo peligroso que es jugar a ser dioses en el terreno de la ciencia. Otros nombres con más galeones planean su desembarco por tierras españolas, pero dentro de este ámbito, debemos aplaudir la reedición de las obras de Silvina Ocampo, tantos años descatalogadas y actualmente a la alcance de las y los lectores gracias a Lumen.
En poesía lamentamos el fallecimiento de Louise Glück – de buen seguro que Visor está preparando algún título de la autora para lo que queda de año, y si no, tiempo al tiempo- pero otoño tiene nombre de Berta García Faet, quien con Corazonada y su próximo ensayo El arte de encender las palabras, va a captar gran parte de la atención literaria. Dentro del ensayo, y sin movernos mucho de editorial, destaca la publicación de Mentiras monumentales de Robert Bevan, un interesante ensayo de como la arquitectura, el urbanismo y los monumentos también fueron usados con fines ideológicos enalteciendo o resignificando acontecimientos de nuestro pasado más reciente. La hijas horribles de Blanca Lacasa Carralón, Mi padre alemán de Ricardo Dudda, La vida en el espacio de Murice Maeterlinck o Monster Show de David J. Skal son algunos de los textos de no ficción a los que es conveniente acercarse entre otros muchos.
Por último y no menos importante, mi debilidad del mes: Cuentos escogidos de Shirley Jackson. Estamos en octubre, mes del terror por excelencia, así que toca acercarse a esta gran escritora que supo describir el horror que se esconde en lo cotidiano a través de relatos como La lotería. Sin duda, uno de los que mejor ha sabido retratar la histeria colectiva y la inacción social ante las injusticias, sobre todo si ésta pasa ante tus ojos sin que sientas ni el más mínimo ápice de empatía. Justo lo que el mundo necesita ante la más desgarradora e injusta actualidad.