CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA: Si tienes diez discos y más de un centenar de canciones, más te vale escoger y secuenciar bien tu setlist. Y a eso es lo que, a diferencia de su desangelado concierto al Loco Club de hace diez años, se dedicó Cass McCombs en su segunda visita a Valencia. También ayuda que el excelente Heartmind (2022) es uno de los mejores trabajos de su carrera, sin duda el más luminoso y asequible, y canciones suyas como “Music Is Blue”, “Karaoke”, “Belong To Heaven” o “New Earth” (una absoluta maravilla) sonaron a gloria en el escueto formato de trío: bajo, batería y su guitarra y voz. Muchísima clase la suya.
Hay algo en él de Lou Reed, un poquito de JJ Cale y otro poco de Lloyd Cole: el californiano apunta siempre hechuras clásicas con la suficiente diversidad de coloraciones como para que cada disco suyo sea un manjar, por desigual que se deslice su balance, y en 16 Toneladas tuvo a bien recuperar “Dreams-Come-True-Girl” (2009), aquella pieza que compuso con Karen Black, la crepuscular “Buried Alive” (2011), la mesmerizante “Bum bum bum” (2016), que es un clásico absoluto de la última década, y la catedralicia “Sleeping Volcanoes” (2019), que con un par de sintes y más empaque podría ser una de sus esas canciones que The War On Drugs abordan en estadios y pabellones deportivos. Tan solo eché de menos la exquisita “County Line” (2011), tan 10 CC, pero no se puede tener todo. Y poco importa, porque fue un bolo exquisito, en cualquier caso, para un centenar de afortunados que invirtieron inmejorablemente su sábado por la tarde.