MIGUEL BADIEK: No deja de sorprendernos esta noticia: “A partir del jueves, 16 de julio y hasta el 8 de agosto, regresa la comedia europea al claustro gótico del centre del Carme”. Justo ahora que las fiestas se han suspendido, los partidos de fútbol se juegan sin la afición o que los cines funcionan medio vacíos, cuando en definitiva el estado de alarma ha cesado pero vivimos bajo su sombra. En esa atmósfera de prudencia, José Luis Pérez Pont, director del Consorcio de Museos, no ha cesado en su empeño de activar la cultura a través de una programación en redes y seguidamente de forma presencial con aforo limitado. No obstante, quedaba un reto pendiente: aplicar esa inyección de alegría que cualquier comunidad precisa para recuperar confianza. Y qué mejor que dar continuación al ciclo de cine “¿De qué nos reímos en Europa?”, que tanto disfrutamos el verano pasado. Así que sin bajar la guardia, previa reserva y con las medidas de seguridad e higiene que requiere el momento, el mismo Pérez Pont afirma que “esta propuesta recupera la esencia del cine de barrio a la fresca“. Pero añade, y esto es muy importante: “con una serie de películas que están fuera del circuito de las salas de cine y televisión“.
Comentando con un escritor madrileño la redacción de este artículo, me pide el listado de los 21 títulos que componen este programa. “Pásamelo y lo seguiré desde Filmin”. Comparto un enlace y unos segundos después me responde con una sonora carcajada: “No tienen ni una”. Pero, ¿hasta qué punto la selección de este año puede ser tan singular si la mitad del ciclo lo componen 5 películas francesas, 3 italianas y 3 alemanas? Mucho. La deriva de este ciclo se ha radicalizado hasta el extremo de hacer ajena su pregunta: “¿De qué se ríen en Europa?”, consecuencia natural de la propuesta que el CCCC activó en mayo, “Confi(n)ados a la comedia” que recuperaba 8 comedias españolas olvidadas o apenas vistas, como aperitivo de lo que venía preparando.
Abren y cierran con dos películas francesas: Mon pìre cauchemar (Mi peor pesadilla, 2011) y Ils se marièrent et eurent beaucoup d’enfants (Se casarán y tendrán muchos hijos, 2004). Ambas inéditas, como 14 más del programa. De la primera leo un texto de un crítico de Chicago que arranca confesando sus prejuicios, convencido como estaba de asistir a la enésima exaltación del segmento más chic del país galo confrontado con un personaje del pueblo llano. Pero asombrado por la química de sus actores y la efectividad del guión, da cuenta de su enorme error. “Desde el minuto uno, el encuentro entre Isabelle Huppert y Benoît Poelvoorde incendia la pantalla”. Aunque tampoco se distribuyó en España, el film de Yvan Attal que clausura es sobradamente conocido por los seguidores de Radiohead, pues la secuencia mágica donde suena íntegramente “Creep” se hizo involuntariamente viral en youtube como clip oficial.
Resaltan dos parejas curiosas concebidas en 2015: Ich und Kaminski y Microbe et Gasoil, de Wolfgang Becker y Michel Gondry, respectivamente. Ambos cineastas muy reputados que nos embarcan en sendas road movies en busca de argumentos nunca trillados: el misterio del arte y el goce de un soplo de libertad. El mismo que experimenta la protagonista de Pane e tulipani (Pan y tulipanes, 1999), heroína involuntaria que encuentra su verdadero brillo lejos del nicho familiar. O el propio héroe de ese relato sencillo que arma Otar Iosselliani, capaz de exprimir en Érase una vez un mirlo cantor (1970) ese tiempo que se nos escurre y que el cineasta georgiano considera la esencia del cine. Ese tiempo que a su vez está a punto de extinguirse en Passato prossimo (Pasado próximo, 2002), brillante debut tras la cámara de Maria Sole Tognazzi que concluye con una cita de Fernando Pessoa: “Al final de este día queda lo que quedó de ayer y quedará de mañana: el ansia insaciable e infinita de ser el mismo y el otro“.
Se recuperan dos títulos mayúsculos: The naked civil servant (El funcionario desnudo, 1975) y De noorderlingen” (Los norteños, 1992). Combativo el primero, western metafísico el segundo, ambos te zambullen en el alma de los protagonistas, desde la increíble interpretación de John Hurt como Quentin Crisp hasta la indagación que el propio cineasta Alex van Warmerdam hace leyendo el correo que reciben los habitantes de un pueblecito.
Cuando pregunto al responsable de contenidos del ciclo, Daniel Gascó, por sus preferencias no duda: “Destaco sobre todo Maskerade (1934), que me ha revelado a un cineasta asombroso: Willi Forst. Un film particularmente dramático al puro estilo griego como es Mia zoi tin ehoume (¡Sólo se vive una vez!, 1958). Y dos películas checas que jamás se han proyectado en España: Knoflíkari (Botoneros, 1997), que tiene ecos de Night on earth (1991) de Jim Jarmusch y Vrchní, prchni! (¡Camarero, huye!, 1981), un film que me consta va a asombrar”. Quedamos todos invitados.