ÁLVARO PONS: Groensteen que el cómic era una especie de O.C.N.I., un objeto cultural no identificado que elude su definición en continua mutación. Una afirmación a la que llegaba después de mucho intentar encontrar una definición para el noveno arte que permitiera un estudio en profundidad más metódico, pero que chocaba con una realidad de adaptación y cambio interminable: tras muchos estudios, lo único evidente es que el cómic se entroncaba en una tradición de narración visual que comenzaba en las pinturas rupestres y que ha ido evolucionando a lo largo de la historia para encontrar expresiones muy próximas a lo que entendemos como historieta hoy: desde los manuscritos iluminados de la Edad Media y las Biblias Pauperum a los códices testerianos, pasando por las expresiones más modernas de literatura de cordel o la literatura en estampas de Töpffer. Rastrear ese pasado del cómic es complejo y abierto a muchas consideraciones, más en una región de fecunda tradición visual e imaginería como la valenciana, que hace la labor todavía más arriesgada, pero Jordi Giner firma en Historietes valencianes del XIX. El pioners del tebeo(Institució Alfons El Magnànim) un exhaustivo y completo análisis de todas las raíces de la narración gráfica visual valenciana, desde las aucas, relatos en imágenes secuenciales con evidentes aromas de historieta, que centraba sus temáticas en lo más escabroso de la sociedad de la época – a diferencia de las equivalentes “aleluyas” religiosas que se veían en otras regiones-, hasta las primeras formas de historieta publicadas en Valencia, que el autor identifica en 1837 con la publicación de Percances de un borrachoen la revista El fénix. Un recorrido histórico necesario para entender el esplendor de la historieta en el País Valenciano durante el siglo XX y que complementa a la perfección las obras teóricas previas de Pedro Porcel y Álvaro Pons sobre el cómic valenciano del siglo XX publicadas por Edicions de Ponent.