Visiones del desasosiego: creatividad en pandemia
Las muestras que se pueden contemplar en La Nau, Corona-crisis y cultura y Encaixar un captiveri se cruzan en la gran explosión de desasosiego e incertidumbre de este año 20. La primera, más amplia, 50 propuestas de creadores valencianos, 50 textos variados, es un recorrido reconfortante por la obra de diseñadores, artistas y otros artesanos del lápiz y los colores, junto a los mensajes humanos, políticos y filosóficos del pensamiento crítico contemporáneo, que penden de los cuadros, si bien un poco elevados, como pájaros vigilantes. Raquel Pelta reivindica en un texto el diseño socialmente consciente y al diseñador como motor del cambio social. La premiada Marisa Gallén ha montado una propuesta muy sugerente, combinando creadores de la ilsutración como Paco Roca, Boke, Dani Nebot, Pepe Gimeno, Ana Penyas, y un largo etc, con intelectuales de diversas disciplinas, desde Adela Cortina y Joan Romero hasta Chomsky y Varoufakis.
El visitante puede errar por la sala contemplando los paneles iluminados. Lo que ve estimula: obra de Laura Pérez y texto del sociólogo Joan Romero; precioso cartel en azul de un indio amazónico, de Sandra Figuerola y mensaje en letras del ambientalista Mario Novo; intrigante dibujo de Paco Roca sobre el Big Brother bajo un texto del filosofo surkoreano Byuung-Chul Han… Y así todo. Las obras contienen un plus de optimismo y colorido, recorrerlas pacientemente es como darse un baño de sales exóticas de diversos colores antes de tener que salir de nuevo a la insoportable realidad de la calle. Carla Fuentes con el filósofo John Gray; Menta con el historiador Noah. Jarari; Didac Ballester con el paleontólogo Juan Luis Arsuaga, una plata dorada enmarcada entre la nada. Y una frase en la pared del científico: “Yo no quiero una religión en las ciencias. A las ciencias de pronto se le atribuyen cualidades de religión”. Un collage de Sebastián Alos y el pensador transgénero Paul B. Preciado escribe lúcido: “El cuerpo, como espacio vivo y como entramado de poder, como centro de producción y consumo, es el nuevo territorio para las agresivas políticas de la frontera”. Y Santiago Alba, con un trabajo de Cote Escriva, dice: “Todos amenazados y nos salva el sentido del humor”.
Las ilustraciones demuestran el gran nivel que tenemos y Chomsky habla de los estados viciosos y autoritarios con un extraordinario dibujo de Borja Bonaque, quizás homenaje a Renau; un emperador agarrando al pueblo con la mascarilla. Al entrar en la otra exposición, el tono cambia radical y se hace surrealista, sombrío y hasta lúgubre en la sala oscura.
Encaixar un captiveri: 63 dies que han canviat la nostra realitat; una sorprendente y muy interesante muestra que recoge las propuestas encriptadas, kafkianas, encerradas, meticulosamente enclaustradas de 64 artistas inmersos en aquellos 63 días de pesadilla. Collages, montajes, fotografías y videos crean una atmosfera si no asfixiante si muy apropiada para lo que se quiere expresar. Una vez más se comprueba la calidad de las propuestas de nuestros artistas: Carmen Selma, Daniel Tejero,, Juana Varela i Ines Parcero, Assad Kassad y su Caballito de Anis, o los montajes de José Pla y Carlos Maiques; obras que, entre tantas otras de creadores y creadores, son un despliegue de imaginación donde se mezclan las tendencias clásicas como el surrealismo con el punk y la vanguardia más rabiosa, sin género, ni estilo. Encaixar un captiveri es una especie de capilla pagana repleta de objetos, imágenes y sentidos que nos sumergen en el más absoluto desconcierto. Un logro expresivo que no hay que perderse.