LAURA PÉREZ: La pasada semana, durante el Festival de Cine de Málaga, tuvo lugar la presentación del libro El cortometraje español (2000- 2015), tendencias y ejemplos. En el marco de las actividades paralelas que ofrece el festival. El alemán Ralf Junkerjürgen, uno de sus autores, explicó que el libro es fruto de una investigación llevada a cabo por los tres responsables del mismo (también lo firman Annette Scholz y Pedro Álvarez Olañeta), donde analizan el pasado, presente y futuro de este formato cinematográfico. Un repaso por los últimos quince años, donde la producción de cortometrajes ha aumentado considerablemente debido, entre otras cosas, a la digitalización del formato y al nacimiento de nuevas plataformas de distribución y exhibición online. Además, festivales online como el popular Notodofilmfest, han originado nuevos “formatos” de cortometrajes, como los micrometrajes, algunos de tres o incluso un minuto de duración. El libro analiza también siete cortometrajes que tuvieron un gran éxito en la última década, donde destacan directores como María Cañas, Roberto Pérez Toledo, o Marina Seresesky. Tras la presentación, hubo una mesa redonda donde participó un amplio número de directores y directoras de cortometrajes, la mayoría jóvenes, pero otros, sin embargo, ya veteranos, o incluso con algún largo a sus espaldas, como es el caso de Rodrigo Sorogoyen, que presentó Madre, su último cortometraje. Estaban presentes también los valencianos Álex Montoya (Vampiro), y Javier Marco (El Vestido), Alejandro Marín, Sonia Cerdán, etc. Surgió un interesante debate sobre el estado de salud del corto en nuestro país, donde hay muy buenas obras en formato corto pero todavía cuenta con poca visibilidad para el gran público y se le sigue tratando, en ocasiones, como obras menores que sirven como medio de aprendizaje. Los allí presentes intercambiaron opiniones acerca de las nuevas maneras de rodar que están surgiendo, forzadas muchas de ellas a raíz de la crisis -rodajes breves, con poco equipo y casi sin medios-.