Cartelera Turia

COSAS QUE ME PERDÍ EN EL CONFINAMIENTO

A.MARTÍ: Cuenta la leyenda que tras leer las preguntas del examen de nacionalidad sueca el compositor, poeta y actor de origen Holandés, Cornelis Vreeswijk se levantó con estupor de la mesa, abandonó el aula y se fue a un bar. Como autor en lengua sueca aquella prueba le pareció insultante y se negó a realizarla. Nunca obtendría la nacionalidad en su país de adopción pese a ser considerado como uno de los trovadores mas grandes de la historia del país. Es para los suecos lo que Joaquín Sabina es aquí.En un viaje a la capital tuve la oportunidad de visitar su tumba en el jardín anexo a la iglesia de Katarina- Katarina Kyrka-. En los países escandinavos, los jardines de las iglesias suelen ser cementerios. Un lugar donde los nichos, las lápidas, la vegetación, los árboles, los panteones, la capilla…todo esta tratado con mimo y cuidado.Tras aquella visita a aquel lugar tan especial comencé a callejear por el barrio de Södermalm en Estocolmo. Un lugar esculpido en piedra. Una ciudad de piedra. De roca desnuda, de sillares gigantes y edificios pesados. Al rato y sin darme cuenta, llevaba un tiempo detenido mirando un cuadro en el escaparate de una pequeña galería de arte. Joder que bueno, pensé.  Mis ojos se movieron hasta toparse con la foto del artista. Se parece mucho a Cornelis, pero no podía ser. No era. A pie de imagen había una breve biografía. De nombre Pepe Monfort Barberà y oriundo de Castellón, era un exiliado en tierra ajena al igual que Cornelis. ¡De Castellón! Qué sorpresa. Con un renovado interés y ahora con curiosidad genuina, entré en la galería. Mucha gente.Los dibujos de Pepe Monfort Barberà son abstracción pura. Geometría, perspectiva múltiple y un control espacial muy interesante. A priori parece caos sin orden ni jerarquías, pero no. Es puro control espacial. Cada elemento depende de los demás y se relaciona con el resto de algún modo mágico que no acabo de entender, funcionando como un todo. Un arte muy intuitivo, casi deductivo. Muy bueno.Su tríptico me cautivó y al poco me di cuenta que estaba rodeando al artista junto a un grupo de personas. También me di cuenta de que todas las otras personas eran mujeres. Todas. Así que no cometí la torpeza de molestarle con preguntas embelesadas. Sin embargo si salimos juntos de la galería para comer y beber algo en un bar de karaoke junto a su cohorte de admiradoras que lo acompañaba a todos lados. Estuve muy cerca de caer en el ridículo como me suele suceder cuando tomo schnaps, aquavit o cualquiera de estas bebidas infernales del demonio que beben allí como si fuera agua. Todo es borroso desde que entré en aquel bar, pero mantuve la compostura y el decoro. Creo. Un alma caritativa me despertó en el suelo de la calle con mi cara metida en un charco de agua y me introdujo en un taxi que diligentemente me llevó al hotel en el que me hospedaba.

He dado vueltas alrededor del sol desde aquella noche, pero el arte del pintor castellonense siempre me ha acompañado desde entonces, por reflexivo y por preciso. Por eso cuando descubrí que el Colegio de Arquitectos de Castellón hacía una exposición de sus últimos trabajos decidí que era una ocasión que no se me podía escapar. Sin embargo, no pude asistir a la inauguración, ni días más tarde cuando el confinamiento por el Coronavirus lo cambió todo. Desconozco pues cual será el destino de la exposición, pero al igual que el holandés herrante de Cornelis, la obra de Pepe Monfort Barberà levanta expectaciones más allá de lo magnético. Espero visitar su obra pronto y que tengamos la suerte que esta pueda ser visitada por todos pronto.

Fuck the virus!

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