NEL DIAGO: No vi el espectáculo en su estreno en Gandía, sino unos días después en una pequeña sala de Silla. Poco importa. A la espera de encontrar acomodo en algún teatro de Valencia, la nueva producción de Bambalina Titelles va girando por los pueblos y ciudades del País Valenciano y siempre habrá alguna ocasión de contemplarlo. Merece la pena, porque en su último montaje Policarpo y los suyos vuelven al modelo con el que, salvo excepciones, han logrado sus mejores logros estéticos: el juego de manipulación de objetos y muñecos sobre una mesa (Ulises, Quijote, Kraft) practicado por actores (Merce Tienda, David Durán y Josep Maria Zapater) que acompañan y dan vida a esos materiales inertes, pero que también actúan como tales cuando la ocasión los requiere.
Al tratarse de una obra bastante divulgada, la Carmen de Merimée, el director puede prescindir de los diálogos, sustituidos por onomatopeyas, y centrar su propuesta en las acciones, sobradamente conocidas, que dan vida al relato. No prescinde, sin embargo, de las referencias musicales, que en este caso son casi obligadas. El resultado es un espectáculo delicioso, con mucho humor, del bueno, y con un despliegue de ingenio en la confección y manipulación de muñecos y objetos. En el bello programa de mano se destacan un conjunto de palabras: abanico, amor, trabuco, clavel, yegua, misterio, dolor, locura, muerte. Eso es precisamente este espectáculo, que revisa el mito de la mujer fatal, devoradora de hombres, con una mirada fresca y joven.