CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA: Salvando todas las distancias imaginables, lo de C. Tangana me recuerda a Kanye West: no es quien mejor canta, quien mejor rapea ni quien mejor escribe. Él mismo lo sabe cuando bautiza su gira como Sin cantar ni afinar. Con humor. Con un par. Pero tiene la visión global que nadie más tiene. La capacidad para integrar un puñado de nutrientes dispares y darles sentido. La pericia para idear un espectáculo total que acaba siendo un tributo a la música latina del último medio siglo, en el que caben el flamenco, la rumba, la bachata, la cumbia, el son, el bolero, el reggaeton o el trap. Con una pléyade de invitados sensacional (mención especial para Niño de Elche y Juan Carmona), un concepto escénico sumamente dinámico, sacándole partido al formato Tiny Desk que aflora por Youtube pero redimensionándolo hasta convertir el escenario en una especie de sala de fiestas, con su orquestada jarana y su camarero vestido de blanco y acabando la velada al más puro estilo El Guateque: borracho como una cuba.
Y arrobándolo todo con un concepto muy cinematográfico, rompiendo la cuarta pared como le viene en gana mediante una enorme pantalla en cinemascope que incluso permitía seguir (más o menos) el show a los cientos de espectadores que se agolparon en el puente de l’Assut de l’Or (el del jamonero, vaya) para seguirlo sin tener que pagar la entrada al Big Sound Festival, única fecha valenciana de esta gira, que en cierto modo ha puesto patas arriba la música en directo en España. Todo funciona en su directo. Hasta las ausencias: se ahorra las dos canciones más prescindibles de El madrileño (2021), las que entonan Jorge Drexler y Andrés Calamaro, y todos salimos ganando. Y consigue que miles de veinteañeros que minutos antes vibraban con Bad Gyal acaben cantando a voz en grito esa inverosímil secuencia de hits hispanos de hace más de dos décadas: fragmentos de “Noches de Bohemia” de Navajita Plateá, de “No estamos locos” de Ketama o de “Corazón partío” de Alejandro Sanz, amén del “Bizarre Love Triangle” de New Order.
Y eso que Pucho (que es como se llama realmente Tangana) iba medio cojo, producto de una lesión en el pie en una pachanga futbolística el día anterior. Fue lo más destacado, con diferencia (en cualquier otro festival también jugaría en otra liga) de un Big Sound que celebraba su tercera edición con otro éxito de público, con todo el papel vendido desde días antes, y que ofreció estimables sets a cargo de Juancho Marqués, Bearoid o Jimena Amarillo, entre muchos otros.