Director de cine y guionista, Cesc Gay (1967), conocido por Truman, la película de 2015 que obtuvo once nominaciones a los Gaudí, y por series de televisión como La Riera, llega al Principal con una comedia muy divertida, interpretada por Pere Arquillué, Cristina Plazas (Marta Marco en el estreno), Lluís Villanueva y Ágata Roca. Un reparto que ha atraído a numeroso público. Esto se debe en parte a que la mayoría de los intérpretes son caras conocidísimas en la televisión y el cine (La Riera, Vis a Vis, etc.).
La acción se sitúa en la cocina de una casa con numerosas posibilidades de entradas y salidas, de juego entre el dentro y el afuera (Alejandro Andújar). Ágata Roca (mujer de Gay), se dirige al espectador enlazando las escenas. Anticipa los piques entre los tres hermanos, cuyos conflictos giran en torno a un padre anciano. Un tema actual, en realidad, una excusa para que la maquinaria cómica funcione. Y lo hace de modo preciso y equilibrado. La puesta en escena se mueve, por lo demás, dentro de parámetros realistas. Los diálogos y las situaciones se explotan al máximo, y el humor brilla en el propio cuerpo de los actores, destacando Pere Arquillué, un prodigio de comicidad, que interpreta a un perdedor: un actor cuyas circunstancias le obligan a interpretar a un tomate en un spot de gazpacho.
El ingenio de Gay y la excelencia de su equipo consiguen dibujar cada una de las situaciones con finura: la lámpara que hay que sustituir, las anchoas que van y vienen de la lata al plato, o la novela escrita en 53 tardes de domingo (un magnífico Lluís Villanueva en el papel de Víctor). Cristina Plazas, que interpreta a la única que se ocupa del viejo, defiende su necesidad de superar la inercia a la subordinación. Todos los aspectos de la producción están muy cuidadas: vestuario (Anna Güell) e iluminación (Carlos Lucena) incluidos. Esta es la segunda incursión de Cesc Gay en el teatro, tras el éxito de Els veïns de dalt. Hay una verdadera sintonía en el elenco, propia de actores que se entienden a las mil maravillas. Justo lo que hace falta para dar vida a las rencillas fraternales de esta comedia. El espectáculo no pretende ir más allá de un entretenimiento. Su programación en el Coliseo de la ciudad suscita algunos interrogantes.