NEL DIAGO: Siempre me ha fascinado Bruno Tamarit como actor, enriquece toda propuesta en la que participa, es una garantía de disfrute de buen teatro. Ahora, sin embargo, ha conseguido sorprenderme nuevamente con un trabajo impecable en su condición de creador absoluto (texto y dirección) de un espectáculo que nace como resultado de una de las Residencias de la sala Carme Teatre y que sabe conjugar con extraordinaria habilidad lenguajes disímiles (actuación, canto, danza) en una fábula sencilla en su planteamiento, pero muy rica en su ejecución. Abordar un tema como el del TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) y hacerlo con una voluntad pedagógica y ejemplificadora puede parecer fácil, pero lograr con ello una obra artística que seduzca, que atrape, que deleite al público es algo que requiere mucho talento, como el que tienen Tamarit y todo su equipo, comenzando por esa bailarina, Lorena Martínez (toda una revelación), que tan bien se desempeña en su faceta actoral como adolescente rebelde; siguiendo por Isabel Julve, en su papel de madre, sobresaliente como actriz y como voz cantante; continuando por Juan Benavent, el profesor del relato que trata de ayudar a la muchacha para que encuentre su camino sirviendo de puente con su entorno familiar, y que tan bien se luce en todo cuanto hace; y, por supuesto, el resto de los creadores del montaje: Alejandra García (coreografía y movimiento), Truman Fernández (música), Andrés Tamarit (escenografía), Carles Sanchis (luces), etc. Un precioso espectáculo de tamaño medio que sin duda despertará el interés de los aficionados del teatro, de la danza y del flamenco, y el de cualquier adolescente inquieto culturalmente. Esperemos que Laila tenga un largo recorrido en los escenarios, y no sólo en los valencianos, bien lo merece.