Hay un plano donde el escritor Stefan Zweig y su esposa atraviesan un campo de cañas de azúcar. Se reflejan en los cristales del coche los rastrojos quemados, mientras unos efectos de sonido inquietantes nos recuerdan el estado de guerra y desesperación en el que se está sumiendo Europa, y en especial, Alemania con el auge del nazismo.
Las lágrimas de Zweig, unos de los escritores e intelectuales más importantes del momento, asoman por su mejilla, mientras prepara su libro Brasil, un canto a la unión y la convivencia entre razas y clases sociales. La película de la cineasta alemana Maria Schrader, consigue introducirnos en la figura de Zweig, judío laico, austríaco y uno de los mayores pensadores alemanes de todos los tiempos.
Estamos ante una película muy seria, planteada a modo de biopic (pero sin caer en sus códigos) que aborda los últimos años del escritor tras su exilio de Alemania. Un periplo que le llevó a Brasil, Argentina y Nueva York. El relato es cortante en algunos momentos y con secuencias que invitan a la distensión, como el recibimiento del alcalde y la banda de músicos polvorientos.
La directora consigue transmitirnos la rabia contenida, las contradicciones, el sentimiento de culpa y la vida cotidiana de Stefan y Charlotte, su segunda esposa. Cientos de cartas de amigos e intelectuales solicitando su intermediación para conseguir un salvoconducto, la salvación in extremis de su primera mujer gracias al barco fletado por Eleonor Roosvelt y la intermediación de Zweig. El pensamiento positivo de Zweig se ve desbordado por los acontecimientos, un sufrimiento interior que el intelectual no pudo procesar, no pudo asumir. Le superó.
El gran mérito de la película es contarnos una historia sin una sola imagen de Europa. La directora utiliza metáforas visuales (como la del campo de azúcar) para expresar los sentimientos del Zweig. Su mirada perdida en el paraíso de Petrópolis, Brasil, donde pasó sus últimos días. Schrader no ha buscado un retrato complaciente. Muy polémico fue en su momento su negativa a hablar mal de la Alemania nazi como queda reflejado en el encuentro de escritores.
Es un film que habla del pasado y también del presente, incluso del futuro. Stefan Zweig: Adiós a Europa, constituye un oscuro y sombrío reflejo de la Europa actual cuya visión merece la pena.