LAURA PÉREZ GÓMEZ: La 67 Seminci está a pleno rendimiento, y pese a la conflictiva ausencia de Penélope Cruz y Javier Bardem en la inauguración de la exposición de Jamón, Jamón -homenaje a su querido Bigas Luna-, el certamen presume igualmente de alfombra verde y buen ambiente cinéfilo por sus rincones más céntricos.
Al contrario que me ocurre con San Sebastián, aquí la sección oficial a concurso es una apuesta, casi siempre, segura, y es que Angulo y su equipo hacen los deberes en Cannes, Berlin y demás festivales internacionales. Empecé mi visita a Valladolid con una película protagonizada por un burro. Sin pensarlo. Eo, así se titula, la dirige el polaco Jerzy Skolimowski, y viene con Premio del Jurado de Cannes. Sin muchas pretensiones al entrar al teatro Cervantes, la cinta me pareció una interesante (y arriesgada) reflexión sobre el ser humano, sobre la situación europea actual a nivel social y de pérdida de valores a través de la simple mirada de un inocente burro que solo quiere que le dejen en paz. Y es que el burrito encuentra la felicidad en esos pequeños momentos en los que vaga libre por el monte, y vive la naturaleza como un espacio donde lógicamente estar. Lo mismo le ocurre a los protagonistas de Le otto montagne, largometraje de Charlotte Vandermeersch y Felix van Groningen. Asistimos aquí a la evolución de la amistad de dos niños en un pueblo de montaña hasta su edad adulta. La amistad al fin y al cabo de dos hombres, sana y sincera, y cómo la naturaleza (en este caso la cima de los Alpes) es el punto de encuentro que fuerza la llama de esa relación que evoluciona con el paso de las estaciones. La cinta dura 147 minutos pero están tan bien contados, que este melodrama sobre la libertad y sobre la importancia de encontrar tu lugar en el mundo es una auténtica delicia.
El entorno natural, en este caso una pequeña zona rural de Portugal, también tiene protagonismo en la Ópera prima de Cristèle Alves Meira, Alma viva. Con la propia hija de la directora como protagonista -una niña fabulosa- la película mezcla a la perfección el costumbrismo rural con el realismo mágico. Junto con un buen elenco de personajes femeninos (las hermanas enfrentadas y especialmente la abuela “bruja), la mezcla que hace Alves Meira entre lo religioso y lo pagano le sale de lo más divertida, y genera una interesante lectura sobre las relaciones familiares y sobre la muerte, ésta vista por primera vez desde los ojos de una niña pequeña.
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Salimos de la naturaleza puntualmente para viajar a los años 80 en París con la película del francés Mikhäel Hers. Les Passagers de la nuit arranca en el momento en que Elisabeth (Charlotte Gainsbourg) ha terminado con su matrimonio y debe rehacer su vida personal y laboral. Y así lo intenta ante un entorno social en cierto modo incierto y unos hijos adolescentes madurando poco a poco. Se forma así a través de situaciones cotidianas un delicioso retrato familiar a la maniera de Mía Hansen-Love pero sin demasiadas pretensiones y mucha nostalgia ochentera.
Desde Ucrania y con una mirada muy crítica a la situación social política del país llega Pamfir, de Dmytro Sukholytkvy-Sobchuk. Un primer largometraje con una realización magnífica que muestra el drama de una familia, especialmente del padre, que tiene que reparar los daños ocasionados por si hijo en una pequeña parroquia. Dedicarse al contrabando nunca fue una buena opción y las consecuencias las podemos comprobar en esta compleja y dura propuesta.
Por último rescato de la oficial Falkon Lake, el coming-of-age de la directora Charlotte Le Bon. De nuevo, la naturaleza como protagonista, en este caso un misterioso lago que, dicen, tiene un fantasma dentro. Delicada, divertida y con toques de fantasía, Le Bon adapta la novela gráfica Une Soeur para hablar del miedo a hacerse mayor.
Me he perdido algunas participantes de la oficial, si bien por no llegar a tiempo a la inauguración -la de Félix Viscarret, No mires atrás-, o por falta de tiempo como la danesa Nothing, aunque muchos compañeros me confirman que no me perdí nada con ella. Escribo estas líneas mientras se estrena en España, Vasil, la primera película de la valenciana Avelina Prat, donde un búlgaro aficionado al bridge mide sus fuerzas con un Karra Elejalde en su mejor papel dramático hasta la fecha. La cinta estará el 4 de noviembre en cines y, como ya la pude ver en un pase de prensa en Valencia, recomiendo fervientemente ir a verla a la pantalla grande.