El pasado sábado tuvo lugar -esta vez en Valencia- la tercera edición de los Premis de l’Audiovisual Valencià, los cuales organiza la Acadèmia Valenciana de l’Audiovisual junto al Institut Valencià de Cultura. Unos premios quizá más necesarios que nunca, y que han supuesto un soplo de aire fresco para la industria, los compañeros de profesión y para cualquiera que acudiera como público invitado a una gala que prometía ser breve, dinámica y segura. Así fue. Sin muchos lujos, nada de cóctel previo y con todas las precauciones necesarias que se deben tomar en este tipo de eventos con mucha audiencia, la ceremonia de entrega de premios de la Academia alegró la noche del sábado a más de uno, y es que hace falta un poco de alegría en nuestras vidas, que llevamos un año muy complicado y hemos sonreído más bien poco. Contra todo pronóstico, la maquinaria del cine valenciano no ha parado en este último año, y aun sin conocer qué pasará al que viene, este 2020 ha traído una buena cosecha de producción valenciana, tanto de la 100% local como de coproducciones con otras comunidades.
La presentadora Nuria Roca daba la bienvenida al 50% de aforo del auditorio del Palau de les Arts, que se había puesto su mejores galas; se nota que hace mucho que no salíamos. Empezaba así una ceremonia sobria pero elegante, muy ligera -duró dos horas exactas- y con unos discursos de los premiados más breves de lo habitual. Sin embargo, siempre hay hueco, afortunadamente, para la reivindicación, y en esto el sector del cine y del audiovisual de este país tiene mucho que decir. Se reivindicó por el apoyo de las instituciones a la cultura y al cine valenciano, y también hubo palabras para solicitar más presencia femenina en cualquier campo de la industria. A la vista está que la cosa está cambiando y las mujeres empiezan a recibir más reconocimiento en este tipo de premios, entre otras cosas, porque ahora son más las que trabajan. Aunque todavía queda mucho por hacer, vimos a mujeres recoger premios a la mejor fotografía -para Celia Riera, de La receta del equilibrio-, al mejor sonido -para Leticia Argudo, de The Mystery of the pink Flamingo, al mejor montaje para Sara Marco Caballero, de Lobster Soup, o a la mejor dirección, para Icíar Bollain, directora de La boda de Rosa.
Precisamente esta última película, de las más nominadas en esta edición de los premios -optaba a 12 estatuillas- apenas consiguió el reconocimiento a su veterana directora y a la dirección de producción, premio que se otorgó a Cristian Guijarro. Por otra parte, la gran triunfadora de la noche fue La mort de Guillem, que se llevó a casa los premios a mejor actriz protagonista -soberbia Glòria March, y muy emocionada recogiendo su premio-, al mejor guion para el dúo formado por Alfred Pérez-Fargas y Roger Danès, y el premio gordo, el de mejor largometraje de ficción. Otra cinta de ficción que obtuvo nada menos que cuatro galardones, y estaba nominada a siete, fue la valenciana Coses a fer abans de morir, firmada a dos manos por Cristina Fernández Pintado y Miguel Llorens. Esta dramedia coral sobre la amistad y los últimos deseos en vida triunfó gracias a su estupendo elenco interpretativo. Su directora y también actriz se llevó el premio como intérprete de reparto, también lo hizo su compañero Àngel Figols como secundario, y Sergio Caballero fue premiado al mejor actor protagonista con un discurso vibrante y sincero que no dejó a nadie indiferente.
Sin embargo, podría decirse que el género documental ha sido el verdadero triunfador de la noche, en una entrega de premios, que como adelanto en el título, fue de lo más repartida. Ya sorprendieron (para bien) las numerosas nominaciones a tres de los documentales candidatos. Finalmente, la extravagancia kitch en tonos rosas de The Mystery of the Pink Flamingo vence a la interesante pero fría apuesta islandesa de Suica Films con Lobster Soup. Los flamencos rosas se llevan no solo el premio al mejor documental sino que también presumen de tener la mejor dirección artística –de la mano de Carla Fuentes– y el mejor sonido. Las langostas tuvieron que conformarse con el premio al mejor montaje y posproducción, y el caso de La Receta del Equilibrio, el documental sobre Ricard Camarena, de Nakamura Films, el de mejor fotografía e iluminación.
Sea como fuere, estos terceros premios han supuesto un espaldarazo a la comunidad audiovisual valenciana. Un empuje para continuar trabajando contra viento y marea, contra la maldita pandemia y a favor de la creación. Y es que, ya rezaba el eslogan de la gala, lo nuestro es Passió per crear.