TURIA: Noam Chomsky advertía en una reciente entrevista que 40 años neoliberalismo, con su concentración del poder y la riqueza en pocas manos, la precarización de las mayorías y el descrédito de las instituciones estaban provocando en los ciudadanos una mezcla de “enfado, miedo y escapismo”. A juicio del teórico norteamericano esta nueva realidad venía a explicar fenómenos como las fake newsporque en la práctica amplios sectores de la población “están dejando de creer en los hechos”. La gran beneficiaria de esta corriente sociológica está siendo una ultraderecha que aprovecha estas realidades imaginadas para marcar la agenda política.Es en este contexto en el que hay que enmarcar el órdago lanzado por Vox en las negociaciones con PP y Cs en Andalucía al cuestionar la violencia machista con argumentos que no superan el más elemental análisis de la realidad. El tema no ha sido elegido al azar. El movimiento feminista, que en los últimos tiempos ha ganado un incuestionable protagonismo denunciando la violencia sistémica contra la mujer, es hoy en día el principal referente de unos valores de libertad, igualdad y justicia social que hasta ahora se consideraban esenciales dentro de cualquier sociedad que se reivindicara democrática. De este modo, la formación ultraderechista no solo busca atacar al feminismo sino que en la práctica está minando los valores que dan sentido a la democracia. Para Vox las aspiraciones de libertad, igualdad y justicia social están bajo sospecha, una premisa inaceptable para cualquier demócrata. Lamentablemente esto no está siendo tenido en cuenta por la actual dirección del PP que ya se ha mostrado dispuesta a cambiar en su día la Ley de Violencia de Género, entusiasmada con las posibilidades de recuperar el poder gracias al giro conservador. Más incómodos se encuentran en Cs con este flirteo ultra. Sus bandazos del pasado en este asunto le permiten justificar cualquier postura. En cualquier caso, una cosa nos enseña la historia: la postura de la derecha liberal siempre fue crucial para el éxito de los partidos autoritarios. Habrá que ver si en su seno algunos han aprendido la lección. O prefieren centrar su atención en ese discurso rabiosamente neoliberal que Vox esconde bajo sus eslóganes antifeministas y xenófobos. Mientras tanto, la izquierda deberá hacer un alarde de habilidad y transversalidad para afrontar la situación, porque las viejas consignas antifascistas pueden resultar contraproducentes ante un movimiento que no llega ondeando banderas franquistas ni brazo en alto. Sería decepcionante que tampoco ella pusiera atención a la advertencia de Chomsky y prefiriera no creer en los hechos. Así las cosas, de nuevo el movimiento feminista tendrá mucho que decir. Con firmeza y serenidad, sin caer en provocaciones. Brasil y Estados Unidos nos recuerdan que tener la razón no da por ganadas las batallas.