No podemos considerar al vino como un género del cine –aunque tiene todos los elementos para serlo -especialmente por su identidad con la literatura naturalista. Sí en cambio el vino es un personaje en el cine, y también un excusorio tanto del guion como de los diálogos, para revalorizar, denunciar o ironizar la trama y sobre todo al personaje (o la situación escénica).
Hay películas temáticas del vino, desde comedias hasta dramas sociales, y vitales. Entre las primeras esta la histriónica “El secreto de Santa Vittoria” (1969) fallida, a pesar de tener en las manos una buena historia, buenos actores (Antony Quinn, Gian Carlo Gianni, Anna Magani, las bellas Valentina Corteses Sylva, Virna Lisi y actores étnicos como Hardy Kruger y Karl Otto Alberty (los alemanes) y un realizador de ritmo preciso, Stanley Kramer como demostró en “El mundo está loco, loco, loco”, pero que aquí se basó en un estereotipo esperpéntico. Otro director de peso (Henry King) filmo “Esta tierra es mía” (1959), con un elenco de fantasía: Jean Simmons, Doroty McGuire, Anna Lee, Stacy Graham (en su clasicismo y natural ruralidad), Claude Rains, Rock Hudson, Kent Smith, Emory Parnell. Es un melodrama familiar de una familia vinatera (los Rambeau) de Napa Valley en (California), durante la Ley Seca, en este drama de sagas, el bien (la naturaleza) es representado el abuelo es un hombre serio y un caballero, mientras el nieto es la codicia, la impaciencia, la ambición (hasta que un accidente le hace ver la luz -lo cambia-) se enfrenta al abuelo porque quiere hacer licor clandestino y beneficiarse del boom pernicioso de la prohibición. Para incidir más en el melodrama, una distinguida sobrina llegada de la clásica Inglaterra pretende casare con un miembro otra saga vinatera de la competencia, del mismo valle.
Todos los ingredientes dramáticos para acabar finalmente bien, en el amor, la familia y la tierra, valores siempre presentes en la tradición vinícola. En esa temática espiritual del significado del vino la naturaleza, la tierra, la tradición y l’heritage, está el film de Ridley Scott “Un buen año” (2006) cuyo título ya anuncia. La conversión de un financiero de la city londinense en viticultor y el cambio entre los 2 mundos. Este hereda una propiedad en la Provenza donde además, paso parte de su infancia (aquí viene nada más ni nada menos que Proust y Machado “la patria de cada hombre es su propia infancia” y “mi infancia es un patio de Sevilla”. El financiero Russell Crowe piensa vender la finca y volver al juego de inversiones de Londres, pero se enamora de la tierra y de la dueña de un restaurante (el simbolismo es completo y real, por cercano a la vida misma) y finalmente abandona su infame profesión para dedicarse a la viña y hacer vino. Decide vivir, amar beber, “vita nisi in vino” decía Petronio. Y como todo drama naturalista también hay competencia, aparece una prima que dice ser hija ilegítima del tío de Russell Crowe (interpretado por el gran Albert Finney) que le reclama la herencia. Aquí el personaje completa el circulo y se regenera como bien describiera Joseph Campbell en “El héroe de las mil caras” un estudio sobre el valor universal de los mitos: Aquiles, Sigfrido, Cuchulain, Ulises, Peredur (el viaje inacabable, el mito inaccesible).