Cuanto más pasa el tiempo, más intolerante al calor me hago. Detesto sudar y aquí, con la humedad que hace, es casi imposible evitarlo. Se que abusar del aire acondicionado es malo, para la salud personal y la del planeta, pero hay momentos en los que su uso es imprescindible para mí, sobre todo, cuando quiero dormir (si lo consigo) y también cuando voy a comer. No me consuela sentarme en una terraza, si hace mucho calor, ni siquiera a la sombra de un bonito toldo consigo sentirme a gusto. Por esta razón, en estas semanas pasadas de gran bochorno, he optado por aprovechar a ir a sitios climatizados y acogedores, vamos, de estos que te sientes tan cómodo que no te irías nunca. Justamente, el otro día tenía en mi cabeza una melodía pegadiza de los Beatles que decía: “I’d like to be under the sea in an octopus’s garden in the shade”, donde Ringo (autor, por cierto, del tema “Octopus’s garden”) canta cuanto le gustaría estar en un sitio agradable, entre corales y rodeados por amigos, al amparo del frenesí de la rutina. Y para conseguirlo, había creado en su fantasía un jardín de un pulpo.
¿Sabíais que en València hay un restaurante que se llama Pulpo (C/Chile, 5) y que reúne todas estas cualidades? Pulpo nace del entusiasmo de una pareja, Giovanni De Raco y Patrizia Praticò, y su socio Paolo Grassitelli, de volver a vivir donde brilla el sol cada mañana y el viento transporta los perfumes del Mediterráneo. Sí, porque ellos tenían (y siguen teniendo) un restaurante exitoso en el centro de Inglaterra, pero se habían cansado de un clima tan difícilmente conciliable con nuestra alma latina. A dos pasos del Mestalla, ya con su propio nombre este establecimiento nos está diciendo que aquí se respira agua de mar, con el pulpo como protagonista de su carta, como no podía ser diversamente. El local no es muy grande (¡mejor!) pero está muy bien distribuido para que los clientes se sientan a gusto. Tienen también una pequeña terraza, elemento imprescindible en nuestra ciudad. La idea de Pulpo nace de las muchas experiencias vividas por sus dueños, por lo tanto, el resultado está totalmente libre de etiquetas. Para mas inri, a Patricia (que es la cocinera del restaurante, mientras Giovanni y Paolo se turnan en la sala) se ha unido el explosivo chef Roberto Smiriglia, que ha añadido, si cabe aún más sus propias influencias gastronómicas, sobre todo la oriental, ya que, en sus múltiples peregrinajes profesionales estuvo varios años cocinando y aprendiendo en Tailandia.
Si queremos darle una marca de identidad al Pulpo, debería hablar de producto, puesto que todos los platos que ofrecen cada día se basan en la mejor materia prima disponible en el mercado y es por esta razón que a menudo te proponen algo fuera de la carta. Comer aquí de la mano de Roberto es todo un espectáculo: te habla, intenta entender lo que te gusta y sabe crear en el momento platos increíbles, montándolos delante de tus ojos con genialidad y seduciéndote con mucha simpatía. Este factor, junto con la base creada por Patricia, que es una grandísima cocinera, y la presencia en sala de Giovanni y Paolo, es garantía de satisfacción al 100%. Es perfecto para salir en familia, pero también para una cena romántica o, porque no, una reunión con viejos amigos. Podréis encontrar el marisco más fresco, servido de la manera más sencilla para preservar todo su sabor, o elaboraciones más complejas con toques exóticos, como el magnífico pulpo en tempura con salsa pak choi y un toque de nduja (la mítica sobrasada de guindilla con su picante muy aromático que hacen en Calabria), o el sashimi de calamar con salsa de tamarindo, shiitake seco, pesto de albahaca, nabo marinado, sésamo blanco y unas gotas de salsa cacio e pepe, algo sublime.
Para los amantes de la pizza, tienen siempre en el menú alguna opción, pero sin traicionar la filosofía del restaurante, como la pizza atunera, que lleva tomate datterino, tacos de atún marinado, queso de cabra, alcaparras, trufa y cebolleta. La bodega merece una mención: no es muy amplia pero muy cuidada. Encontramos muchos vinos de ambos lados de Mediterráneo, desde la Comunidad Valenciana hasta Sicilia, todos a unos precios muy correctos. Yo disfruté de un soberbio blanco Greco di Tufo 2019 de Petilia (región Campania, cerca del Nápoles), que nos garantizó un perfecto maridaje con todos los platos que llegaron a nuestra mesa. Disponen de un menú de mediodía a menos de 20€ con el que podéis acceder a este maravilloso jardín del pulpo y probar su excelente cocina.