Donde menos te lo esperas salta la liebre. Alfons Roig, cura ilustrado, profesor de la escuela de Bellas Artes, promotor de la renovación artística que se produjo en España en el tardofranquismo, cuando el recambio político aún se demoraba. Un auténtico padre de la cultura valenciana, admirado y reconocido desde que la democracia sustituyó a las sombras del dictador. Y, mira por dónde.
El incendio se inició este otoño. Porque resulta que al cura amante del arte moderno, lo acusó de pederastia otro grande, más que Roig, sin duda. Juan Genovés dejó escrito en sus memorias póstumas que el sacerdote “abusaba de todos los niños que podía a cambio de la comida que proporcionaba a sus padres”. Esto lo sabía el artista porque Alfons Roig ejercía el ministerio en su barrio, el clásico barrio chino de Valencia, desde la iglesia de las Escuelas Pías. Fue el periodista Martí Domínguez el que abrió la caja de los truenos al destacar las afirmaciones de Genovés, y desde entonces los apoyos, en un sentido y en otro, se han sucedido. Otros artistas vivos, como Monjalés y Montesa, han corroborado de forma clara y decidida la acusación de Genovés. Dicen que era un secreto a voces: Roig ejercía el abuso a menores, simultáneamente a su amor por el arte moderno. También se ha denunciado que se haga un juicio paralelo, y otros artistas de su tiempo como Yturralde, Teixidor o Heras han declarado que nunca tuvieron conocimiento de estos hechos.
Evidentemente, los delitos cometidos hace más de 60 años han prescrito. Y eso impide una investigación judicial como merecerían. Pero la polémica tiene una derivada actual clarísima, que es el homenaje que aún hoy en día las instituciones rinden a mosén Roig. El MuVIM lleva su nombre, y también los premios que anualmente entrega la institución provincial valenciana. Tanto desde la Diputación como desde el Ayuntamiento de Valencia han dicho que abrirán una investigación, y de momento se ha paralizado la reedición de un libro del sacerdote. Pero lo cierto es que han pasado ya casi tres meses, y no sé, la verdad, como van a hacer la investigación anunciada sobre este caso tan peliagudo y tan complejo. ¿Se va a acabar enterrando? ¿vamos a olvidar la denuncia pública y sostenida de artistas tan prestigiosos y de los que no tenemos ni el más mínimo motivo para dudar sobre sus afirmaciones?
Esos presuntos abusos se produjeron en una época en la que la connivencia entre la iglesia y el estado franquista era total y absoluta. Pero lamentablemente, la pederastia en el seno del catolicismo también pasó en otros países democráticos: En Bélgica la reciente investigación sobre estos delitos la impulsó el parlamento. En Estados Unidos, un periódico como The Boston Globe denunció los crímenes sexuales cometidos por sacerdotes durante décadas, y cómo la jerarquía eclesiástica los había ocultado. En Francia, la Conferencia Episcopal encargó una investigación independiente y acaba de hacer público que en los últimos setenta años se produjeron al menos 330.000 acusaciones de pederastia en el seno de la Iglesia.
En España, no existe un recuento oficial de casos, e incluso la Conferencia Episcopal afirma que son muy pocos. Un grueso manto de silencio, como en tantas cosas relacionadas con la memoria democrática, ha cubierto también los abusos a menores de los sacerdotes. El ejemplo perfecto es el del padre Roig: sesenta años sin que nadie dijera públicamente nada, sin que nadie lo denunciara. Pero este es un patrón que desgraciadamente se ha repetido en todas las investigaciones independientes que se han producido en nuestro entorno. Ya es hora de que eso que durante tantos años se dijo en voz baja, se conozca públicamente. Porque lo sabemos: sólo se cierran las heridas que se airean.
Y yo sí te creo, Genovés.