CARLOS LÓPEZ OLANO: Los héroes no son siempre los que ganan. La frase no es mía. Es de la escritora Cassandra Clare, aunque cualquiera podría haberla escrito o pronunciado a lo largo de la historia, siempre llena de vencedores vergonzantes y de vencidos que con el paso del tiempo resurgen de entre los pliegues del tiempo y se revelan como lo que nunca dejaron de ser: figuras indispensables a quienes debemos mucho de lo que tenemos aunque nunca lo hayamos imaginado. Por eso yo, hoy, aquí, puedo decir sin temor a equivocarme que el sargento Fabra fue todo un héroe.
En 1936 este suboficial destinado en Paterna, enterado de las intenciones inmediatas de los jefes militares de su cuartel reunió a los cabos y soldados y convenció a un puñado de voluntarios en nombre de los valores democráticos y republicanos. Detuvieron a los oficiales sediciosos en el cuarto de banderas a punta de pistola, y evitó así que la revuelta de los traidores triunfara en Valencia. Carlos Fabra Marín fue condecorado por esta acción por el general Miaja, recibió los elogios de la prensa y de la ciudadanía y le dedicaron una calle de la capital.
Después de ese momento en el que el joven sargento decidió estar al lado del gobierno y de la ley, participó activamente en la guerra, ascendió a capitán y comandante, y acabó saliendo de una España en llamas con su familia por la frontera francesa en 1939. A continuación, vivió el periplo de tantos otros héroes anónimos: el internamiento en un campo de concentración por el gobierno colaboracionista con los nazis de Vichy, y después de la Segunda Guerra Mundial, el largo y duro exilio. Murió en 1970 sin haber podido nunca regresar a su país.
Fabra cayó en el olvido. El viejo héroe perdió la calle en cuanto los nacionales hicieron el desfile de la Victoria, su nombre se borró de las crónicas. José Antonio Vidal –otro luchador antifranquista con una vida que vale la pena recordar– publicó un libro fundamental para conocer el hombre y el mito hace unos años. Y tan sólo hace unos días, el Ateneo Republicano de Paterna presentó el cómic de Ricardo Vilbor “Fabra, un sargento leal”. El cómic es una excelente vehículo para que los más jóvenes conozcan nuestra historia. Propuestas como ésta, o la reciente versión en viñetas de “María la Jabalina” de Cristina Durán y Miguel Ángel Giner, son esenciales para la transmisión de la memoria a las generaciones para las que palabras como guerra, represión o Franco pertenecen a lugares o tiempos remotos. Y no.
El militar pagó toda su vida la decisión que tomó esa jornada de julio de 1936, y a pesar de las consecuencias que tuvo para él y para su familia, apuesto a que nunca lo lamentó. Los momentos decisivos son difíciles de detectar y muchas veces no somos capaces de apreciarlos hasta que el tiempo nos permite unir las piezas del puzle en el que se convierte la vida. A menudo caemos en el error de pensar que esos cambios, que esos gestos, siempre son responsabilidad de otros, pero cada uno de nosotros tenemos la posibilidad de modificar el futuro que nos espera. Ya saben que muchas personas pequeñas que viven en lugares pequeños y que hacen cosas pequeñas, son capaces de mover el mundo. Quizá no hoy. Quizá no ahora. Quizás un poco, esa mañana de 1936 en aquel cuartel. El sargento al final perdió, pero también venció, porque luchar contra las injusticias y estar en el bando de los que tienen la razón es ganar el juicio de la historia.
Dentro de tan solo unas semanas tenemos de nuevo cita electoral, uno de esos rutinarios momentos decisivos que establece la democracia para decidir nuestros gobernantes, nuestra política, nuestro futuro. Y cuidado porque vivimos tiempos de división entre la izquierda. La polémica por la necesaria ley del “solo sí es sí”, o la reivindicación del día de los derechos de la mujer el 8 de marzo son vergonzantes ejemplos.
Pau Vergara me contó que en la Comisión de las Corts Valencianes para la aprobación del presidente de la Corporació Valenciana de Mitjans de Comunicació (CVMC) uno de los diputados preguntó si había comunistas en la sala. Cuidado con ésos. Especialmente por la repercusión que pueden tener entre los más jóvenes, que además su voto seguramente va a decidir la continuidad del tripartito o el retorno de las derechas. Con un Partido Popular que conocemos bien aquí, pero que además si llega vendrá con la influencia radical de los ultras de VOX como facción de vanguardia reaccionaria, y además sin complejos.
Por eso hoy recuerdo al sargento Fabra. Al final la guerra la ganaron los traidores, es cierto, pero gracias a él no lo tuvieron tan fácil. Él no podía conocer el futuro, pero en ese momento decisivo, en esa encrucijada en la que su acción modificó el curso de la historia inmediata, estuvo a la altura. Y sin duda sus descendientes pueden contar su historia con orgullo. Ya lo decía Cicerón: todas las almas son inmortales pero las de los justos y los héroes, son divinas.