CARLOS LÓPEZ OLANO: Los pronósticos y las encuestas son polvo, humo, nada. Lo acabamos de comprobar, con la enésima gesta de Pedro Sánchez: el superviviente lo ha hecho de nuevo. Por la mínima, pero España ha logrado salvarse de esa ola de fascismo populista que asola el mundo, que ha clavado sus fauces muy cerca de nosotros: en la Generalitat, en muchos ayuntamientos, en países cercanos de la Unión Europea. Sánchez no ha vencido, pero no merece ser tildado de perdedor como hicieron con él algunos gurús mediáticos. La derecha y sus adláteres ultras, son de verdad los que han perdido estas elecciones, y eso que todo parecía indicar lo contrario. Acertó el presidente con su adelanto de la convocatoria electoral, sin duda. Bien. Para presidir un país hay que ser justo, pero también listo, y la supervivencia es sin duda la primera muestra de la inteligencia.
Casi nadie esperaba que los de VOX no revalidaran, o incluso superaran, los 52 escaños en el parlamento de la pasada legislatura. Los 33 actuales no les permiten formar grupo, que no es una cuestión baladí: no podrán presentar recursos de inconstitucionalidad, ni pedir mociones de censura. Y por supuesto, les impide ser partido bisagra, e influir en el presunto partido gobernante hacia la ultraderecha. Feijoo no será presidente. Al menos de momento: la aritmética parlamentaria está muy reñida y la sombra de la repetición electoral en Navidad es alargada. Pero eso será mañana: hoy es tiempo de explicar qué ha pasado para que las previsiones no se cumplieran.
La dificultad está, obviamente, en acertar antes. Para eso hace falta ser un grande de la demoscopia, como parece serlo el presidente y alma mater del Centro de Investigaciones Sociológicas. Tezanos pronosticó en solitario la victoria del PSOE y lo tildaron de loco y manipulador. Me llama la atención toda la parafernalia científica que manejan los expertos en barómetros políticos: basan toda su investigación cuantitativa en datos, encuestas, metodologías objetivas y análisis empíricos. Tienen extremo cuidado en todas las fases del trabajo de campo para no contaminar los datos. Y luego, introducen lo que llaman “la cocina”. Oh, la cocina, qué maravilla: esto significa que los datos me proporcionan la credibilidad que dan las ciencias exactas, pero luego, los interpreto. Vamos, que me los paso por el forro y adapto los resultados a la realidad social. Y ahí es cuando el científico social recibe el doctorado Honoris Causa en la universidad de los Gurús y Clarividentes. Y eso es lo que es Tezanos: un gurú que interpreta lo que ve, y mira por dónde, va y acierta.
Como yo ni soy un gurú ni lo pretendo, mi análisis a posteriori –soy consciente de que los valiosos son los que aportan datos previamente– es que en las semanas transcurridas desde las elecciones del 28M la ciudadanía ha tomado nota y ha visto la regresión en los derechos de los gays o de las mujeres maltratadas. Se ha percatado de que en estas semanas, pese a los esfuerzos del PP por ralentizar los pactos con los de VOX, se han sucedido las agresiones a la cultura, a las lenguas cooficiales minoritarias. Se han censurado publicaciones infantiles, se ha retirado el nombre de un auditori a Vicent Torrent, emblema de la lucha por la defensa del valenciano y hombre de consenso, y se ha achacado a un error de transcripción –que sufrida excusa– la eliminación del Institut de la Dona. Y por supuesto, la reivindicación de la memoria está cuestionada. Con tanto trabajo que queda por hacer para lograr alcanzar la normalidad democrática. Como soy un optimista reincidente y no pienso que el hombre es un lobo para el hombre, creo que bastante de los que votaron a VOX han reflexionado sobre lo que ha pasado en estos dos meses y han creído que España iba a ser peor con éstos en el gobierno. Con todo lo vivido, parece que este ya no es país para gurús. Todo queda en manos de los ciudadanos que observan lo que pasa a su alrededor, que reflexionan y que depositan su voto ya no tanto con el hígado –ese que nos duele cuando la ira nos domina– y más con la cabeza. Bienvenida sea esa reflexión que permite aplazar la llegada del filofascismo.
Por delante tenemos, eso sí, cuatro años de borrado y regresión de las políticas sociales y culturales en la Generalitat Valenciana a manos de la derecha y sus socios ultras. En España no lo han conseguido, al menos de momento. Pero alerta siempre: los antidemócratas solapados permanecen agazapados para asaltar el poder en cuanto nos descuidemos.