CARLOS LÓPEZ OLANO: Que yo recuerde, nunca un sello levantó tanta polémica. Algo diminuto y obsoleto, a años luz de los mensajes instantáneos vía mail y redes, un objeto de otra época destinado a ser pasto de coleccionistas más que a promover la comunicación. Y se lo dice alguien que tiene querencia por esas pequeñas estampillas, que coleccioné con avidez en la adolescencia.
La conmemoración del centenario del PCE a través de Correos quedó paralizada cautelarmente a petición de Abogados Cristianos. Para la asociación el sello suponía “la exaltación de un partido político que cometió crímenes y persiguió a miles de personas únicamente por razón de su fe”. Pero rectificar es de sabios, la jueza ha dado marcha atrás y el sello ha llegado por fin a los estancos, con una enorme demanda que ha agotado las existencias.
Más allá de los avatares judiciales, ese anacronismo con tintes románticos sin apenas utilidad ha conseguido ser trending topic y su repercusión ha tenido reflejo también en la esfera política. Los ataques a los comunistas han sido durísimos, y ejercidos por la derecha española en bloque: Vox, Ciudadanos y PP. Éstos últimos, por ejemplo, han dicho que “el comunismo, el nazismo y el fascismo son ideologías totalitarias condenadas por el Parlamento Europeo y que causaron millones de muertes”. Y esto es lo que me llama la atención de este caso, porque forma parte de una estrategia de la ultraderecha (pero apoyada por el PP en este caso, ya ven) que tiene como objetivo blanquear al fascismo y por ende al franquismo. Y cuidado, porque no la adoptan sólo los fachas locales: entra de lleno en la agenda de la ultraderecha europea. ¿Cual es su argumentación? Pues que los fascistas eran malos, pero los comunistas igual. Recuerden el lema de Ayuso: “Comunismo o libertad”. Y sin duda, Stalin fue un dictador que cometió crímenes, envió disidentes a los gulag, impuso cruelmente su ley en la URSS y países satélites, pero también es cierto que los comunistas lucharon como nadie por la libertad en España, que se dejaron la piel combatiendo a Franco, que en el tardofranquismo fueron prácticamente los únicos que ejercieron la oposición en los tiempos del Tribunal de Orden Público y las palizas en comisaría, que aquí son un partido democrático desde 1977 que no sólo firmó, sino que fue uno de los responsables de la redacción de nuestra Constitución. Es decir, los fachas no mienten literalmente, pero toman la parte por el todo, o el todo por la parte. Vamos, una sinécdoque de libro. Y con una intención muy clara.
Muchos comunistas merecen ser recordados, con ese humilde sello que representa el símbolo de la hoz y el martillo. Josep Renau, el cartelista valenciano que encargó a Picasso el Guernica, el poeta Marcos Ana, que fue el preso político que más años pasó en las cárceles franquistas, la maestra valenciana Alejandra Soler, que con más de 100 años seguía combatiendo las injusticias, Josep Almudéver, el que fue último brigadista internacional, y que también centenario seguía reivindicando a los comunistas… La lista es tan larga que es imposible recogerlos a todos.
Las sombras del comunismo no han de tapar sus muchas luces, aunque no estés de acuerdo con ellos. Y tantos héroes, algunos conocidos y otros muchos más anónimos, merecen un reconocimiento, y todo el agradecimiento de los que se sienten demócratas. Mucho más, seguro, que el que da un humilde sello. La jueza ha impuesto a los denunciantes el pago de las costas.
No debe haber sido mucho. Esta gente, estos abogados cristianos, no parecen pasar las estrecheces y las penurias contra las que luchaba ese comunismo que aborrecen. Pero en esta ocasión, tal como canta Sabina, ser valiente no ha salido caro. Y nos queda el consuelo de que, quizá, ser cobardes no les habrá valido la pena.