Sorogoyen va camino de coronarse como el rey del thriller político. Lo sabe muy bien y el perfecto tándem que forma con su compañera guionista Isabel Peña, facilita un resultado magnífico a la hora de plasmar en pantalla lo que ambos quieren contar. Saber qué contar y saber cómo hacerlo. Ya nos deleitaron con su pulso narrativo en Que dios nos perdone hace dos años. De nuevo en San Sebastián, presentan El Reino, una historia de corrupción política, como cualquier caso que podríamos ver en las noticias a diario, pero contado desde el punto de vista de un solo hombre. Manuel López Vidal es un político más. Sorogoyen se acerca al terreno personal para contar el dilema que supone vivir a cuerpo de rey a costa del dinero público de todo un país en crisis. Asistimos a la caída de un hombre, en lo profesional y lo personal; de tenerlo todo a no tener nada.
Nada sobra ni falta en este ir y venir constante de acción, giros en la trama y espectáculo actoral -todos están magníficos, Antonio de la Torre a la cabeza, donde destaca un guión bien armado y que logra equilibrar los momentos de tensión con la absoluta comicidad. El Reino nos muestra la vida política desde los despachos, y aunque resulte inevitable pensar en nombres y apellidos, la película no quiere hablar de partidos, sino de las personas que lo conforman; de cómo el poder ayuda al poder, de como éste se corrompe con absoluta facilidad.
Aunque Sorogoyen trabaja lo códigos del thriller, estamos ante un cine social, que claramente secuencia lo evidencia) y que trata de algún modo de denunciar y despertar conciencias, sin dejar de lado el puro entretenimiento.