Si me seguís, sabéis bien qué importancia tiene para mí el vino y lo que representa, sobre todo en lo cultural. He escrito e insistido mucho acerca de la necesidad de ampliar la oferta en cuanto a calidad de vino por copa, principalmente para quien quiera disfrutar de ello durante el tardeo, es decir, sin tener que ir forzosamente al restaurante. Por esta razón, con satisfacción, he puesto en evidencia el resurgimiento de todos estos locales que han querido enfocar su oferta en una muy variada pizarra de vinos por copa y, sobre todo, de buen nivel.
Se llaman internacionalmente Wine Bar o Wine Lounge, lo que aquí serían los bares de toda la vida si no se dedicaran a vender cerveza a hectolitros, a servir siempre los mismos vinos y, por si esto fuese poco, además, de ínfima calidad. Gracias a Dios, hoy en día podemos ir a sitios históricos como Casa Montaña y Baltasar Seguí, o visitar otros que han decidido apostar por los vinos naturales, como Bodega Anyora y Taberna La Teca. Otros establecimientos que se dedican a buscar pequeños productores casi desconocidos, como La Llimera, Bodega Albarizas o El Cubo de Baco, y otros que se orientan hacia vinos internacionales como L’Ozzi, Tintorera, Carmen Vinos o Angolo Divino. Aunque, en mi opinión, todavía hay mucho camino por delante, ya que una ciudad como València debería tener una oferta mucho más amplia sobre todo de cara al turista extranjero, estamos muy bien encarrilados y señales muy prometedoras se perciben en el cada vez mayor interés de un público joven que, más allá de la bondad del vino, se siente atraído por todo lo que representa culturalmente. Es muy importante que una botella nos cuente la historia de un territorio y sus costumbres vitivinícolas en el campo y en la bodega y que además nos transmita de algún modo información sobre sus variedades autóctonas y singulares y sus propias condiciones climáticas y edafológicas, etc. La gente quiere saber más, tiene mayor curiosidad y ya no se conforma con cuatro frases obvias y previsibles.
Por esta razón se hace imprescindible la preparación y formación profesional de quien nos propone los vinos. Esto vale también si queremos ir a comprar una buena botella. En el supermercado no hay ningún asesoramiento (a parte de la guía de “Los Supervinos” de Nuria Poveda), sin embargo, en las tiendas especializadas, podremos encontrar seguramente algún sabio interlocutor que sepa adivinar el vino perfecto para nuestras exigencias del momento y aconsejarnos bien. En lugares como Bodegas Baviera, Navarro u Original CV, solo por citar algunos, siempre encontraremos profesionales que intentarán interpretar nuestras indicaciones a la perfección. Personalmente, el sitio donde más disfruto, por la unicidad de los vinos presentes en sus estanterías y por la valiosa información que me proporciona cada vez su dueño, Juan Ferrer, es sin ninguna duda Vinos Enópata (C/Cuenca, 123). En pleno barrio de Patraix, se pueden encontrar auténticas joyas de la enología que solo podríamos ver (y únicamente si somos afortunados) en pocos sitios del mundo. Llamar “templo del vino” a este precioso local, se queda incluso corto, ya que entre los estantes de madera podemos viajar de una zona del mundo a otra, desde el valle de la Loira, hasta Jerez, pasando por las hermosas colinas del sur de Piamonte. La selección de Champagne es simplemente fantástica, por no hablar de los grandes de Borgoña o de Burdeos. También encontramos vinos de todas partes de España, de productores especiales y destacables por su incesante trabajo artesanal en viña y bodega y que Juan ha seleccionado cuidadosamente, vinos que representan la excelencia de nuestro país y del mundo. Juan es una persona muy intransigente con esto, no admite que en su tienda entren vinos banales o demasiado comerciales y, además, está pendiente de cualquier oportunidad para conseguir grandes botellas de las subastas de medio mundo. Su conocimiento vinícola es inmenso y prueba de ello son las catas que de vez en cuando organiza en el retro de la vinoteca y rodeados de una impresionante librería temática. Las mismas copas son maravillosas y han sido diseñadas por el mismo y sopladas a mano en una pieza única donde el vino se disfruta al 100%.
Puedo afirmar sin temor a ser desmentido, que es uno de los más grandes conocedores de vino en España, sobre todo de los franceses. Ser amantes del vino y no conocer a Enópata es algo que no puede justificarse y que tiene fácil remedio: hacer cuanto antes un peregrinaje a su espléndida vinoteca. Su horario es de 11 a 14h y de 18 a 21h.