Cartelera Turia estuvo presente por primera vez en los Premios Feroz. Así de bien lo pasamos.
El pasado lunes por la noche tuvo lugar la quinta edición de los Premios Feroz en Madrid. Un aniversario redondo donde se demostró que se deben mantener este tipo de reconocimientos que otorga la prensa especializada, puesto que la calidad de la gala estuvo a la altura de sus premios, sus mensajes y sus continuas emociones.
Una gala que comenzó con ambiente festivo alrededor de las mesas, donde críticos, periodistas y demás profesionales del cine tomaban copas mientras compartían anécdotas y cotilleos varios. Desde mi posición “privilegiada” de la zona de prensa, desde donde se ve absolutamente todo mientras picoteas canapés, esperamos pacientemente al comienzo de la misma, mientras una particular maestra de ceremonias nos daba las oportunas instrucciones. Entre ellas, además de advertir de la duración del acto (130 minutos que se pasaron muy rápido), pidió paciencia, y que por favor nadie subiera al escenario con demasiado vino en el cuerpo. ¡Existe el agua, señoras y señores! Arrancó carcajadas que no cesaron hasta el fin de la ceremonia, y que supo llevar perfectamente el conductor de la misma, un Julián López sereno y simpático, que defendió un buen guion plagado de pullitas (y “pullazas”) a diestro y siniestro. No se libró ni el de guardarropía. Chistes, bromas, comparaciones odiosas y algún que otro comentario en referencia al acoso sexual, a los escasos espectadores del cine español y a la calidad de algunos de nuestros actores y actrices patrios. La risa nerviosa y las caras sonrojadas estaban a la orden de la noche.
La velada fue divertida, con mucho humor y buen ritmo, y que dejó de recurrir a bochornosas y poco oportunas actuaciones musicales, trucos de magia o al rap. Lo más destacado de las apariciones en escena, sonrientes premiados aparte, fue que todas ellas lanzaban mensajes, en tono feminista y reivindicativo, sobre papel de la mujer en el cine y en la sociedad. Y digo ellas porque los organizadores de los Feroz tuvieron la brillante idea (Leticia Dolera lo dejó muy clarito en su aparición), de que todas las personas que entregaban premios esa noche fueran mujeres. ¿Para qué? Visibilidad, sí claro, se las veía muy guapas a todas ellas, y muchas lanzaron algún que otro recado muy claro y necesario en este tipo de galas que son retransmitidas por TV y vistas por cientos de personas. Pero, señores, esto tampoco hace que cambien mucho las cosas. Resulta tan superficial como manido queda un discurso cuando ya se repite por enésima vez en un espacio de dos horas. Estamos -y estoy, por supuesto- de acuerdo con el 99’9% de los que las actrices proclamaban en voz alta, pero el comunicado pierde fuerza y potencia de alcance cuando lo escuchas una y otra vez, de distinta manera pero con la misma intencionalidad, y puede ser hasta contraproducente. Igualmente, deseo y deseamos que el mensaje cale en la sociedad, en los productores, en los y las guionistas que escriban historias para mujeres, pues a nosotras -a cualquier edad- también nos pasan cosas.
Y cosas buenas le pasaron esa noche especialmente al equipo, mayoría femenino, de Estiu 1993/Verano 1993, que fue la gran triunfadora con tres premios gordos, entre los que están mejor película dramática, mejor guion y mejor actor de reparto (David Verdaguer). En el apartado de ficción televisiva, fue Vergüenza la que se llevó los premios a mejor comedia, y sus actores, Javier Gutiérrez (es bueno pero ya cansa tanta nominación y premio) y Malena Alterio se llevaron sus respectivos Feroces. La serie La Zona, revelación de la temporada en Movistar + -curioso que ambas ganadoras pertenezcan a la empresa patrocinadora de la gala- se alzó con el premio a mejor serie dramática.
Continuando con el apartado cinematográfico, más extenso que el de televisión, entre bromas de Julián López, la aparición de la divertida Silvia Abril, un discreto -y acojonado- Berto Romero y algunos videos que ridiculizan la profesión de los críticos y los aficionados bloggers, siguieron otros premios que, en palabras del presentador, eran de categoría menor. El mejor cartel y la mejor música original fue para la entrañable y maravillosa Handia/Aundiya; el mejor documental fue para La Chana, contra todas las expectativas con el fenómeno Salmerón; el premio especial fue para la estimable y poco reconocida en salas La vida y nada más, de Antonio Méndez Esparza; y entre las interpretaciones principales, la protagonista ganadora (el premio “Loreal”, se hace llamar) fue una magnífica Nathalie Poza por No sé decir adiós y el actor ganador fue, cómo no, Javier Gutiérrez por El Autor. No me quiero olvidar del premio a mejor actriz de reparto, que fue para una inmensa profesional que es Adelfa Calvo, sensacional en la película de Martín Cuenca.
Sin embargo, otra de las cintas destacadas de la noche fue la divertidísima comedia de monjas y campamentos, La llamada. No solo se llevó el Feroz al mejor tráiler, sino que también el premio gordo de su categoría, en este caso a la mejor comedia. El discurso de Javi Calvo, feliz y emocionado sobre el escenario, acerca de la visibilidad y normalización del colectivo LGTBI en el cine fue el más aplaudido de la noche, ha causado furor en las redes sociales y se convirtió en el momento más emotivo de la gala, sin quitarle protagonismo a la mujer de la noche, el de la actriz Verónica Forqué, la homenajeada de esta edición.
Una gala, ya os decía que fue amena pero muy gamberra, bañada con copas de vino tinto y con muchas botellas de agua todavía por abrir. La fiesta continuó después en un local del centro de Madrid del que no recuerdo el nombre, y creo que todos acabaron en casa de los Javis.