El “deporte rey” lleva unos meses sometido a importantes convulsiones: primero fue la suspensión de las competiciones en los momentos más duros de la pandemia, luego el cierre y (aún) restricciones del acceso del público a los estadios, la fallida operación de la súperliga, la traumática salida de Messi del Barça, la aparición del fondo de inversión que ha hecho préstamos de urgencia que, antes o después, deberán devolverse con los intereses correspondientes…
Por otro lado, sin ser yo adicto al fútbol, sí observo que resulta carísimo seguir los partidos en la televisión. Las operadoras, aún disimulando con ofertas que luego se esfuman, han situado la tarifa mínima para ver fútbol en casa en los 100€ al mes. Y eso es solo para la liga española… si alguien pretende disfrutar de las competiciones europeas o de otros países el precio se puede plantar cerca de los 200€. Un auténtico disparate.
Todo esto contrasta vivamente con las cantidades exorbitantes que manejan los clubes para hacer fichajes o pagar los salarios de los futbolistas (en el caso de las futbolistas, por desgracia, rozan la indigencia económica). Son decenas y cientos los millones de euros que salen, en buena medida, de los derechos de emisión que las televisiones pagan a los clubes y que, a su vez, se trasladan a los clientes de las operadoras. Es decir, la burbuja futbolística la pagamos en la factura de la empresa de telecomunicaciones.
En un arrebato de nostalgia, y sin que sirva de precedente, reclamo justicia para Francisco Álvarez Cascos y su polémica Ley reguladora de las Emisiones y Retransmisiones de Competiciones y Acontecimientos Deportivos que establecía la obligatoriedad de emitir en abierto y gratis un partido de la liga española por jornada (en aquel momento fue para hacer la puñeta a PRISA). No estaría mal recuperar aquella medida (¿qué dirían Ayuso y Casado de esta expropiación televisiva del gobierno de Aznar para salvaguardar el interés general?). En serio: tal vez una mínima intervención normativa podría frenar esta vorágine que se traduce en tarifas abusivas que paga el consumidor/a y la espiral tan especulativa como obscena de los fichajes.
Si el militar e historiador prusiano Von Clausewitz escribió “la guerra es la continuación de la política por otros medios”, Ramón Mendoza (quien fuera presidente del Real Madrid) decía que “el fútbol es la continuación de la guerra por otros medios” y yo añado que sería razonable que esa sublimación de la violencia estuviera al alcance de todos, por lo menos, una vez a la semana.
Ximo Cádiz Ródenas @ximocadiz90