La noche de 3 de noviembre (ya de madrugada) me acosté pensando que habría cuatro años más de Trump y sus secuaces. Seguí ese largo (e inconcluso) recuento en distintos medios españoles y americanos intercambiando emociones con el director de nuestra Turia, mi querido David (desde Bruselas) y descubriendo condados como Maricopa y Miami-Dade gracias al “pequeño gran periodista” Emilio Domenech (@Nanisimo). Pero no, por unos márgenes mínimos (los mismos que supusieron la derrotar de Hillary Clinton) la Historia (y el tesón social anti Trump) nos ofrecía un twist que permitirá que Biden y Harris gobiernen, para alivio de la Humanidad. Escuchando Four More Years, podcasts de la SER que repasan las campañas presidenciales desde 1952, descubres que Estados Unidos es un país partido en dos desde hace décadas.
El disparate político de estos cuatro años supera cualquier ficción: la mítica Ala oeste de la Casa Blanca sería como un cuento de hadas; House of Cards es demasiado retorcida (en política también funciona el principio de la Navaja de Ockham); The Politician se mueve entre la sátira y la hipérbóle. La delirante y divertísima Veep es la que, probablemente, más se acerca a la realidad. Esta última serie es obra de Armando Iannuci, autor también de los recomendables films In the Loop, La muerte de Stalin y la serie The thick of it. A este lado del Atlántico, la danesa Borgen describe una política tan perfecta como ficticia. Muchos por aquí buscaron paralelismos con la política valenciana: por mi experiencia personal creo que puestos a comparar, mejor Veep y, en algunos momentos de patetismo extremo, Vota Juan. Pero
si alguna serie atrapa por sus tramas e interpretaciones -impresionantes los personajes de Philippe Rickwaert y Amélie Dorendeu-, referencias a contextos reales como la amenaza de la extrema derecha, las divisiones en las izquierdas, los simplismos populistas, los debates entre corrientes de la socialdemocracia o de la derecha, los hiperliderazgos, las lealtades y traiciones en los partidos y entre partidos, el uso y abuso de los mecanismos constitucionales, los sindicatos, la corrupción (también la que se justifica por los más altos intereses), la laicidad y sus límites, el proyecto de la Unión Europea… esa es Baron Noir (en HBO, imprescindible verla en francés). Mientras tanto, el president Puig y la vicepresidenta Oltra harían bien en distensionar y recomponer el diálogo para que el pacto del Botànic no entre en peligro de extinción. Las consecuencias pueden ser terribles.