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En la ciudad sin límites:¿urgente o importante?

Se inicia un nuevo curso que viene condicionado por las urgencias que ha provocado la COVID19 en la salud, la economía, la educación, la cultura, la relaciones personales… todo está afectado por el virus. También la política. Hace poco más de un año se celebraban elecciones para todo y nos parece que hace una eternidad. Pero la legislatura avanza y el panorama está revuelto. En España, los equilibrios inestables para aprobar unos presupuestos, la crisis catalana, la tensiones entre PSOE y Podemos, el sabotaje institucional que practica el PP. En la Comunitat Valenciana, el PP de Bonig sigue fiel a su estilo macarra y ridículo mientras Cantó interpreta su papel de Mr. Hyde / Dr. Jekyll; en la izquierda que gobierna, el PSPV está pensando en su congreso (nadie da puntada sin hilo); en Compromís ya hay quien se prepara para sus edificantes primarias para 2023 y en Podemos-Esquerra Unida se insiste en demostrar su fuerza centrífuga.Las elecciones de 2019 dieron un aprobado ajustado a las izquierdas. Se hicieron progresos muy importantes para desescombrar la Generalitat y erradicar la corrupción, sanear el ambiente político, económico, social y cultural; pero si la herencia recibida podía explicar el retraso en los cambios, me temo que en esta segunda legislatura la ciudadanía será más exigente. Al final, la buena política es dar respuestas a los problemas de la sociedad y hacerlo en una escala de tiempo no geológico.

A pesar de la abultada producción legislativa desde 2015, las estructuras administrativas que usan Puig, Oltra y Dalmau son las mismas que dejó el PP y eso hace torpe, compleja y lenta la puesta en marcha de nuevas políticas.La razón de ser de los servicios públicos es dar soluciones a las personas y, aún hoy, tenemos demasiado funcionariado (también los hay que se reclaman de izquierdas) que son incapaces de ver que detrás de un expediente hay un problema que debe ser resuelto. Un ejemplo:  tramitar un «contrato mayor» en la Generalitat tarda seis meses. Hacer una política reformista y progresista con instrumentos que fueron atrofiados deliberadamente por la derecha unido a la inercia de la burocracia impide dar respuestas ágiles, alentará la frustración ciudadana y las izquierdas lo pagarán en 2023.

Daniel Innerarity defiende que un sistema inteligente es aquel que «gobierna entornos complejos, hace frente a los riesgos, anticipa el futuro, gestiona la incertidumbre, garantiza la sostenibilidad y estructurar la responsabilidad». Serían buenas premisas para revisar y mejorar la administración valenciana. Y esto es importante. El curso que empieza puede ser el momento de afrontar el reto.

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