PALOMA GANDÍA: Javier Cercas (Cáceres, 1962) regresa al panorama literario con “Terra Alta”, una novela que gira alrededor de un brutal asesinato acontecido en la comarca catalana de la Terra Alta, investigado por el Mosso d’Esquadra Melchor Marín. La historia le ha hecho ser merecedor del Premio Planeta 2019.
Pregunta: ¿Cómo nació la novela?
Respuesta: Yo quería reinventarme, y la realidad vino en mi ayuda. Descubrí la Terra Alta, un territorio muy especial solo conocido porque allí transcurre la Batalla del Ebro. Llevaba un año sin escribir. Un día fui a presentar el libro allí. Ese día hablé de que había encontrado en la Terra Alta una especie de patria, en un sentido más personal, íntimo, sentimental. Al día siguiente me intentaron robar en el coche. Llamé a un amigo y me dijo que allí nunca pasaba nada. Fui a la comisaría. Conversé con un Mosso y me contó que era de Barcelona pero que aquí tenía aquí a su mujer, a su hija. Y me dijo que todo iba bien menos un asunto: que al principio no podía dormir, por el silencio. Ese día pensé en qué pasaría si pasa algo en un lugar en el que nunca pasa nada, y le pasa a un tipo que ha encontrado su patria aquí y es tan urbanita que el silencio le provoca insomnio.
P: Es una novela completamente diferente a las anteriores, escrita en tercera persona, al contrario que obras como “Soldados de Salamina” o “El Monarca de las Sombras”. ¿A qué se debe este cambio?
R: Esto fue en agosto y luego llegó el momento álgido de la crisis catalana, unos meses durante los cuales lo dejé todo, solo me dedicaba a escribir en periódicos extranjeros. Me convertí en otra persona. Vi, viví y experimenté cosas que nunca creía que viviría. Cuando terminó, me puse a escribir. Es una novela diferente porque soy una persona diferente. Los escritores somos carroñeros, trabajamos con la oscuridad. El dolor estimula, los conflictos también.
P: De hecho, la novela está ubicada en el presente, pero son constantes las referencias a temas del pasado como la Guerra Civil.
R: Porque el pasado forma parte del presente. Vivimos en la dictadura del presente, y el pasado, sobretodo del cual hay memoria y testigos, no ha pasado todavía. Sin ese pasado el presente está mutilado. El presente es más complejo. En la Terra Alta la guerra está muy presente. La Guerra Civil no es el pasado, es el principio del presente.
P: El personaje principal, Melchor Marín, es un Mosso d’Esquadra con un pasado tormentoso que le persigue de vez en cuando. ¿Cómo definiría a Melchor?
R: Melchor lo es todo en este libro. Siempre miramos la realidad a través de sus ojos. Estoy enamorado de él. Con todo su dolor, su furia, su sed de venganza, sus contradicciones, su violencia, pero yo lo adoro. Ha salido de mí, de una parte de mí mismo que no conocía.
P: Es un personaje al que una novela, “Los Miserables”, le cambia la vida. ¿Considera que la literatura posee un poder transformador?
R: Por supuesto. La literatura es placer, pero el placer comporta el conocimiento. La literatura sirve para vivir de una manera más rica y más compleja, para conocernos a nosotros mismos y a los demás. La literatura que es placentera y divertida, no es incompatible con la literatura seria. Ojalá pudiéramos recuperar esa dimensión de la literatura como algo popular. Ojalá volviera a ser relevante para la gente.
P: ¿Tiene un libro que le haya cambiado?
R: El libro que me hizo ambicionar ser escritor y me cambió la vida fue “San Manuel bueno mártir”. A los 14 años me enamoré de una chica en mi pueblo. Cuando volví a mi casa en Gerona quería morirme. Fui a leer lo más serio que encontré en casa. La historia del cura que pierde la fe y pese a ello sigue predicando la fe para que sus feligreses no pierdan la protección, me hizo perder la fe. Entré en un estado de confusión del que todavía no he salido. Yo creo que busqué un sustituto a las seguridades de la religión en la literatura.