Como ya expliqué la semana pasada en esta publicación, la idea de esta nueva sección, titulada ‘Mujeres y Compañía’, me surgió a partir de un pasaje de Caliente, el nuevo libro de la escritora, periodista y editora Luna Miguel (Alcalá de Henares, 1990), publicado por la editorial Lumen. En este libro, a caballo entre el ensayo y la escritura de la intimidad y autobiográfica, la escritora propone un sugerente diálogo entre la literatura y la vida, entre la historia íntima y la colectiva de otras autoras. Desde una mirada personal, a partir de la experiencia propia y sus lecturas de otras escritoras, Miguel escribe de forma libre y sugerente acerca del deseo, el placer, el dolor, el sexo, la relación con el propio cuerpo, el amor plural, las relaciones afectivas en el mundo de hoy, la escritura. Como dice la misma autora, Caliente puede leerse como una suerte de homenaje personal a todas esas escritoras que le han influido o inspirado a lo largo del tiempo.
El punto de partida de este libro es una vivencia propia, cuando tu marido te contó que “se había enamorado de alguien más”. ¿Por qué decidiste utilizar esta experiencia personal como motor del libro?
Siempre he creído en la literatura autobiográfica y desde muy joven la he practicado en mi poesía y en mi no ficción. Inevitablemente, la vida se introduce en el libro y viceversa. Sin embargo, también concedo espacio a la ficción. Yo ya no soy la persona de la que creemos extraer tanta intimidad en Caliente. Todo trabajo de exhibición implica un trabajo de contar mentiras.
En él utilizas distintos géneros. Hay pasajes de ensayo, pero la voz autobiográfica, la escritura de la intimidad, lo recorre. Para ti, ¿qué posibilidades tiene este género?
Como decía, desde siempre me ha apasionado la poesía que algunos llaman “confesional”. Yo creo que escribir, en general, es una suerte de confesión, incluso si se está narrando la mayor de las fantasías. Lo que me interesa de las escritoras que he trabajado aquí no es tanto su relación con lo autobiográfico sino cómo desde la confesión han contado el sexo. Yo quería mostrar un mapa de escrituras del cuerpo, de escrituras del sexo y de reivindicaciones del placer que se vienen haciendo desde hace siglos. Más que mi autobiografía —pues en la suma no hay tanto texto personal como parece…—, Caliente es mi hoja de ruta.
Abordas las cuestiones relativas al deseo y el placer de forma atrevida, pero también las asocias con la vergüenza. ¿Piensas que sigue habiendo una visión social distinta de éstas según el género?
Quiero pensar que en algunos ámbitos las cosas han cambiado muchísimo. Me gusta leer a diario a personas de la memesfera que trabajan los afectos y el sexo de manera brutal: @Fluorrazepam2, @culomala, @danelicioustm, @nena.astral… En sus cuentas siempre hay un debate muy profundo sobre el consentimiento, las relaciones, el modo en el que la cultura pop nos introduce conceptos perniciosos… También hay influencers que tratan estos temas con total naturalidad. Inés Hernand, por ejemplo, utiliza el altavoz de su red social o de GenPlayz para hablar sin miedo y con mucho humor de autoplacer. Por no hablar de figuras como Amarna Miller, que llega a muchísimo público contando experiencias poliamorosas, o como Elizabeth Duval, quien recientemente ha dado más de una lección hablando de género, pensamientos que ahora podremos leer en su ensayo Después de lo trans. Lo que quiero decir con esto es que el debate sobre el sexo, el género, lo identitario, o la reivindicación de un feminismo del goce, están más que presentes hoy, y lo que yo quiero creer es que, cuantas más capas de la cultura traspase y a cuantos más espacios llegue este debate, más permeará en la sociedad. Sólo así reventaremos el tabú.
También asocias la vergüenza a la mirada sobre el propio cuerpo. Escribes sobre él como un lugar de deseo y placer, pero también de opresión. ¿La relación conflictiva con él es un asunto personal o una consecuencia de la cultura y los valores sociales dominantes?
Todo en nosotras está mediado por la cultura y los valores sociales. Tanto es así que esa relación conflictiva termina por calarnos hasta convertirse en miedos y fobias personales hacia nuestros propios cuerpos. Como dice mi amiga, la filósofa Alicia Valdés, cuando se refiere a estos asuntos: hay que aprender a convivir con esa falta.
Escribes acerca de las contradicciones y los conflictos que plantea el porno en la sociedad actual. ¿Por qué piensas que es una cuestión problemática?
Es conflictivo porque está mal hecho. Porque está absolutamente mediado por la mirada masculina y porque nos lleva a un relato único a menudo impregnado de escenas de simulación del abuso y de pedofilia. Me gustaría pensar que otra pornografía es posible. Y te lo dice alguien que es, en realidad, adicta al consumo de la misma.
Has recomendado en distintas ocasiones El fin del amor. Amar y follar en el siglo XXI, de Tamara Tenenbaum, recién publicado en España. En tu libro también escribes acerca del amor plural o las relaciones abiertas. ¿Qué te interesaba contar o hacer reflexionar a la hora de plantear esta cuestión?
En realidad, el libro de Tamara Tenenbaum es mucho más útil si la lectora está interesada en un análisis profundo de las relaciones no monógamas. En esa línea, yo propongo también leer a Brigitte Vasallo, Luciana Peker, Gabriela Wiener, las antologías de (h)amor en Continta me tienes o los libros que publica Melusina a este respecto. Yo no he escrito un ensayo sobre el poliamor, en ningún caso, sólo me refugio en historias de escritoras que muchos años o siglos antes que yo ya se plantearon la necesidad de huir de historias de amor abusivas, de modelos que nos cortaban las alas, ya sea a nivel creativo o vital. Si mi libro era un estudio sobre el placer y la escritura feminista, narrado en primera persona, yo no podía dejar de introducir este tema, que no deja de ser otra vuelta de tuerca sobre los afectos, el placer y el feminismo.
Me interesó especialmente una propuesta que planteas en el libro (y de la que parte la idea de esta sección) a raíz de una reivindicación de Annie Ernaux. La escritora hablaba de la distinción entre el concepto excluyente de “escritura femenina” y el acto necesario de contar las experiencias de las mujeres. ¿Cuál es tu idea de esta propuesta?
Como explico en esas mismas páginas, primero es necesario nombrar las cosas, situarlas en el mapa, y luego hay que desprenderse de todo apellido que empiece a suponer una carga. Reivindicar la escritura femenina ha sido útil en tiempos pasados, hoy tal vez debamos empezar a usar otros términos que, una vez expuesta, nos permita normalizarla.
Como te decía al comienzo, la relación entre literatura y vida recorre todo el libro, puede leerse como una suerte de recorrido personal de lecturas de otras autoras. ¿Qué significa para ti esta relación?
Yo creo que, con todo, Caliente es un homenaje a todas esas pensadoras, poetas o narradoras que me han hecho, a lo largo de los años y de lecturas intensas, replantearme mis propias ideas, mis propios versos, mi propia narración… y hasta mi propia relación con el sexo.
Como escritora y también editora, ¿qué escritoras consideras todavía hoy ignoradas y te gustaría que se publicara y escribiera acerca de ellas?
Todas las citadas en la bibliografía me parecen autoras que me inspiraron y a las que deseo reivindicar. Desde que terminé Caliente he descubierto a otras de las que querría haber hablado, como Else Lasker-Schüler, u otras que he releído como Gertrud Kolmar. Me da la sensación de que son el equivalente alemán a esa saga de escritoras anglosajonas y francesas de las que hablo en el libro. También omití muchas lecturas de autoras latinoamericanas porque a muchas ya las había trabajado en El coloquio de las perras, mi anterior ensayo —de aquel libro, en Caliente sólo aparecen la colombiana Marvel Moreno y la peruana María Emilia Cornejo—. Ahora me gustaría ahondar en autoras españolas, a las que conozco muy poco. En 2021 he empezado por Carmen Martín Gaite y María Zambrano. A ver a dónde me llevan, ya os contaré.
En la nota final escribes: “me gustaría que estas páginas sirvieran de homenaje a la estirpe de escritoras que lo arriesgaron todo con sus propuestas literarias, y a las que yo quisiera seguir descubriendo durante mucho tiempo”. ¿De qué modo te gustaría que este libro realizase ese deseo?
El libro lleva un mes en librerías, y me ha hecho mucha ilusión encontrar que de entre las lectoras que ha acumulado, muchas han ido después a comprarse parte de la bibliografía: Unica Zürn, Anaïs Nin, Paul B. Preciado, Aixa de la Cruz, Chris Kraus… conseguir dar curiosidad e invitar a mis lectoras a leer más, o a conocer obras a las que no tenían otro modo de llegar… es un sueño cumplido.