Aunque, a primera vista, esta película parece situarse dentro de esa última tendencia del cine de súper héroes en la que los protagonistas ya no son los pulcros paladines de la justicia de antaño, sino unos seres tan descerebrados como incorrectos cuyos poderes muchas veces parecen una broma, lo cierto es que, dejando a un lado la primera versión de este Suicide Squad fechada en 2016, se trata de una historia basada en una serie de DC Comics aparecida en los albores de la década de los sesenta. Así que nada nuevo bajo el sol.
En esta segunda entrega repiten unos pocos personajes / actores del original de 2016, entre ellos Margot Robbie, que acaba siendo lo mejor de esta película de acción con voluntad gamberra que ha sido saludada por algunos críticos —y supongo que también por algunos espectadores— como subversiva y políticamente incorrecta. No se puede negar que ambos calificativos parecen ser el norte que persiguen sus responsables, pero hay que tener más mesura y precisión a la hora de utilizarlos, pues las bromas y chascarrillos —verbales y visuales— de esta panda de súper héroes descerebrados no superan el nivel de las chanzas provocadoras que se pueden escuchar en una amistosa timba de póker cuyos jugadores posean cierto nivel intelectual y cultural. Suficiente para pasar un buen rato —en la timba y en la sala—, pero sin exagerar otorgándole un alcance que la película ni tiene ni pretende. Con todo, quédense con lo del buen rato, que no es poco. Y con Margot Robbie, que es bastante…