CURRITA ALBORNOZ: Desde que la Turia me hizo un hueco en estas páginas estoy, lo reconozco, que no quepo en mí. Currita, me digo, tú sí que vales. No es que estas paginillas me ayuden mucho en mí día a día. Ni ligo más que antes, ni se pelean en Sálvame por ficharme de tertuliana rosa. Pero, chica, qué quieres que te diga, reconozco que me da morbillo y me ayuda a levantarme con la autoestima primaveral, al menos hasta que recibo el whatsapp de alguno o alguna de mis ex, o el reloj me avisa de que estoy a punto de llegar tarde al efímero curro
que me espera. Otros sin embargo no necesitan escribir para sentirse encantados. Su onanismo vital les hace sentirse satisfechos de sí mismos nada más sonar el despertador. Se miran al espejo y están felices de conocerse. Es lo que le ha pasado a la italiana Laura Mesi, una
mujer que se quiere tanto que ha terminado casándose consigo misma. Lo contaba recientemente en una entrevista concedida al diario Il Corriere de la Sera. Laura se levantó un buen día y fue consciente de que el gran amor de su vida era ella misma: “Yo deseaba casarme. Pero sola. Conmigo misma”, declararía al rotativo romano. Y dicho y hecho. Pero sin precipitarse. Desde que tuvo aquella inspiración existencial
esta profesora de fitness de 40 años dejó pasar antes más de un año de solitario noviazgo, supongo que por aquello de conocer mejor a aquella con la que estaba dispuesta a vivir el resto de tu vida. Ya se sabe que el cine romántico nos ha hecho mucho daño a las mujeres.
Ignoramos si durante todo ese tiempo Laura mantuvo relaciones extramatrimoniales consigo misma, ni tampoco es que el tema sea de nuestra incumbencia. Aunque yo sería incapaz de tenerlos quietos tanto tiempo, admito que este asunto solo le importa a Laura y a sus dedos. El caso es que después de dejar pasar este tiempo de reflexión, nuestra italiana pudo por fin cumplir hace unas semanas su sueño. Lo hizo por todo lo alto en su pueblecito de Lombardía. No faltó de nada. Un precioso vestido blanco con brillantes de Swarovski, velo de tul, marcha nupcial de Mendelssohn, banquete con setenta invitados, tarta de cinco pisos y los padres de la novia (¿o eran los suegros?) emocionados con la ceremonia. De este modo, la ya señora Mesi se convertía en la primera esposa soltera de Italia. Aunque su caso no es
único. Unas semanas antes se le había adelantado el napolitano Nello Ruggiero que en un programa de televisión justificó su decisión asegurando que nunca podría amar a nadie tanto como se amaba a sí mismo. Es cierto que las autoridades se han apresurado a señalar
que estos actos carecen del más mínimo reconocimiento legal, pero si eso no ha sido obstáculo para Puigdemont cómo lo iba a ser para el amor aunque estas uniones no den derecho a pensión de viudedad.