ANNA ENGUIX: Superada la inauguración del Festival de Málaga, con una gala en la que Raphael, sí, el cantante, fue galardonado con el Biznaga Ciudad del Paraíso, digamos la verdad: estamos viendo buen cine, de ese que te reconcilia con algunos males y te anima a renunciar a alguna fiesta para sentarte en las butacas. Y eso a pesar de que la 73 Edición de la Berlinale dejó el listón muy alto (recordemos que el Oso de Oro se entregó hace poco más de diez días); pero el Festival de Málaga ha demostrado de nuevo que un evento con este diseño es algo más que las películas que se proyectan en él, es una formidable fotografía de la creatividad en este arte en España. Insisto, la verdad es que esta creatividad abunda.
Muchos pensarán que se trata de un criterio muy poco profesional, pero cualquier veterano de los festivales de cine entenderá que además de la calidad de los filmes del festival existe un factor estrechamente ligado al bienestar del crítico que influye notablemente en la recepción y entendimiento de cualquier película. Bien, sólo puedo deciros que esta edición está siendo lo más parecido al paraíso terrenal de cualquier enamorado de perderse entre imágenes, actores y buenos guiones; porque no sólo se están proyectando unas películas de una altísima calidad artística, sino que además (y después de varios pases) las carcajadas, aplausos y alguna que otra lagrimilla por parte del público están aumentando día tras día, in crescendo. Sí, ya sé que suena un poco cursi, pero bueno, ya he superado la edad para cambiar ciertas cosas.
Alguien que cuide de mi de Daniela Fejerman y Elvira Lindo en su debut como directora, ha sido el largometraje que ha inaugurado esta edición; una historia sobre tres generaciones de actrices a las que interpretan Aura Garrido, Emma Suárez y Magüi Mira. Una película que retrata las complejas relaciones familiares entre una abuela, una madre y una hija dedicadas a la interpretación. No obstante, a pesar de la calidez de esta historia, mi primera impresión de esta edición del festival se vio fuertemente influenciada por el visionado del film El año en que nací. Esta película costarricense, que inauguró la sección de Zonazine, no sólo ha conseguido hacerle honor al vanguardismo de esta sección, sino que además ha demostrado que todavía existen toda una serie de horizontes que están por descubrir en la creación cinematográfica.
Seguidamente, el primer sábado de esta edición del festival se ha convertido en uno de estos días del festival de emociones fuertes y de grandes contrastes. Tal y cómo era de esperar, Matria, película que ya agradó en la Berlinale tras su estreno en la sección Panorama, ha sido aplaudida tras finalizar su primer pase. A pesar de que todavía le queda mucho recorrido en salas a este filme hasta que podamos adivinar cuál será su destino final, de momento, Matria ha tenido una buena acogida en el festival de Málaga; lo que me lleva a preguntarme, ¿volverá a repetirse el esquema de Cinco Lobitos?
Por otra parte Tregua(s interpretada por el veterano del festival Salva Reina y Bruna Cusí ha conseguido hacer reír al público a carcajada limpia. Esta comedia romántica dirigida y escrita por Mario Hernández no sólo ha puesto en valor la importancia del guión, sino que además, al estar concebida, rodada y ambientada en la ciudad de Málaga, ha florecido con facilidad en el interior de cualquiera de los espectadores dejándonos a todos con el infravalorado por algunos críticos cómo “buen sabor de boca”.
En la sección de Zonacine también se ha dado el estreno mundial de Matar cangrejos del director canario Omar Al Abdul Razzak; una historia que el director lleva escribiendo desde hace más de 19 años al tratarse en parte de su Tenerife natal y por ende, de un proyecto verdaderamente personal. Este filme -que además se llevó un gran aplauso por parte de la prensa al finalizar- nos relata de forma paralela la historia de una familia en el contexto de la llegada de Michael Jackson a la isla de Tenerife el 26 de septiembre de 1993. Un momento del país en el que Canarias superaba el 25% de paro. Esta crítica sincera a la turistificación de la isla en los años 90 se ha convertido (de momento) en uno de mis filmes favoritos, no sólo por su impecable dirección, sino por convertir una historia tratada y discutida hasta la saciedad en un soplo de aire fresco consiguiendo posicionarse como uno de los nuevos directores del naturalismo cinematográfico español.
Por último, Rebelión, una película que retrata a un vulnerable y anónimo Joe Arroyo -considerado por algunos el cantante colombiano de salsa más importante de la historia- en su viaje claustrofóbico por diferentes momentos de su vida, consigue al estilo del biopic de Billie Holiday (Los Estados Unidos contra Billie Holiday) mostrarnos de manera equilibrada la belleza y decrepitud del “creador”. En definitiva, además de otros grandes -y necesarios- estrenos documentales cómo La exposición haciendo alusión con su título a la exposición “Dibujos de una época” que se celebró en Málaga en 2018 para mostrar dibujos y pinturas de David Guerrero Guevara, desaparecido en 1987 con trece años de edad, esta 26 edición del festival de Málaga ha arrancado de nuevo con una fuerza imparable. Aunque todavía nos queda mucho cine por ver hasta el 19 de marzo, hasta el momento, no sólo se ha abogado por la diversidad temática, sino que se ha apostado por el cine que hace reír, que incomoda, que sorprende y que estremece.